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Francisco Palacios

Líneas críticas

Francisco Palacios

El susurro admonitorio del presidente Biden

El llamamiento del mandatario estadounidense a pagar más a los trabajadores

El desempleo –y los problemas socioeconómicos derivados– es, con diferencia, la primera gran preocupación de los españoles. Hace tiempo que en nuestro país se arrastra un endémico paro estructural. Un paro que afecta sobre todo a los más jóvenes, cuyos empleos son casi siempre temporales, precarios, con salarios bajos y escasas posibilidades de promoción laboral.

Y no parece que se tomen las medidas pertinentes para transformar las estructuras productivas que favorezcan trabajos dignos y duraderos. Aún más: desde círculos interesados se ha extendido la falacia de que subir los salarios es incompatible con crear empleos, cuando los salarios bajos son en realidad una de las principales causas de la desigualdad social.

Sobre esta cuestión, como recogí en esta página, el pleno del Parlamento Europeo apoyó a principios de este año el salario mínimo europeo, reclamando también medidas para acabar con los trabajadores pobres, ya que “el principio de que el trabajo es el mejor remedio contra la pobreza no se puede aplicar a muchos sectores con bajos sueldos y que trabajan en condiciones precarias y atípicas”. Y resulta llamativo que en la Unión Europea, una de las regiones más ricas del mundo, haya casi 100 millones de personas en grave riesgo de pobreza.

Asimismo existe una corriente de opinión especializada cada vez más amplia que se pregunta si los salarios establecen la verdadera medida del valor social de las distintas profesiones. Y que la dignidad reclamada para los altos cargos (con frecuencia con sueldos multimillonarios) casi nunca se aplica en favor de otros trabajos muy útiles socialmente, pero mal retribuidos y valorados.

Recientemente, en una rueda de prensa celebrada en la Casa Blanca le preguntaron al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, por las quejas de los empresarios sobre la falta de mano de obra.

Según parece, Biden escuchó bien la pregunta, hizo una pausa y, con una voz susurrante y alargando las palabras para que se le entendiera bien, ofreció una rotunda solución con tintes admonitorios: “¡Pagadles más!”. También explicó que la alta demanda de trabajadores es la “nueva moneda de cambio” de los estadounidenses para “ganar salarios más altos”. Una respuesta lógica aplicada al llamado “mercado de trabajo”, sometido como una mercancía más a la ley de la oferta y la demanda.

A propósito, conviene recordar también que una de las promesas de Joe Biden en su campaña electoral fue precisamente el aumento del salario mínimo de 7,25 dólares hasta 15 la hora, especialmente a los trabajadores de las empresas bajo contrato con el Gobierno federal.

De cualquier modo, desde las alturas de su poder imperial, el leve susurro admonitorio del presidente Biden se extendió por el mundo como si se tratara de un grito revolucionario. Y no fue para tanto. Pero como dice el refrán español: “Díjolo Blas, punto redondo”.

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