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Javier García Cellino

Velando el fuego

Javier García Cellino

Total da lo mismo

Las “puertas giratorias” en la política, con el reciente ejemplo de Antonio Miguel Carmona

Al igual que en las tertulias televisivas los intervinientes se afanan debatiendo sobre los temas de actualidad que, por cierto, a las pocas horas dejan de serlo para convertirse, en el mejor de los casos, en material de hemerotecas; así también los que participamos de las conversaciones entre amigos o conocidos, aunque lo hagamos alejados de los focos públicos, no por ello dejamos de referirnos a esas crónicas puntuales que nos alcanzan a los oídos provenientes de los distintos medios de comunicación.

La última charla giró sobre el fichaje del socialista Antonio Miguel Carmona por Iberdrola. Su nombramiento como vicepresidente de la empresa sirvió para atizar el humo de la discusión, que pronto alcanzó un fuego elevado –eso sí, dentro de los cánones dialécticos al uso: moderación y respeto siempre entre quienes participábamos en el fragor de la batalla–. Y, como es lógico, se repasó una vez más el álbum donde se almacenan los distintos prototipos humanos: codicia; oportunismo; falta absoluta de ética …y tantos otros tantos arquetipos al uso. Como era también de esperar, pronto se comentaron sus apariciones públicas, sobre todo en televisión, donde, a un tiempo que se reafirmaba en su credo socialista, no perdía ocasión de lanzar dardos envenenados contra Podemos. De “paladín de la justicia” le definió uno de los tertulianos en tono irónico; de “experto en fintas y puñaladas de todo tipo”, lo acusó otro; y para no ser menos, no se quedó atrás quien recordó el significado de “trepa” en el diccionario: “persona con pocos escrúpulos, que se vale de cualquier medio para prosperar…”.

Tras un breve descanso para recuperar fuerzas, alguien quiso rematar la faena con un contundente alarde verbal: “Qué más da; total dentro de cuatro días nadie se va a acordar ya de esto”. Y por si acaso quedaran flotando algunas dudas sobre su frase, nos trajo el recuerdo de aquella palabras con las que Felipe González, cuando estaba en la oposición, quiso fortalecer los muros de su ideología: “”Compañeros socialistas, nunca os fiéis de los políticos que acaban en el consejo de administración de las empresas”.

Este fue el momento en el que de nuevo se abrieron las trincheras dialécticas. Sobre Felipe González cayo una abundante granizada de metralla, que partió desde el congreso de Suresnes, hizo tránsito en un comodín de la CIA y terminó su mecha tildándole de neofranquista emboscado. Eso sí, en todo momento se reconoció su gran acierto, pues desde la transición hasta ahora son más de veinte los dirigentes socialistas, de distinto rango, comenzando por él mismo, que han sentado sus posaderas en los sillones de los distintos consejos de administración de las principales empresas del país.

Era lógico que se terminara el fuego y que después todos nos fuéramos retirando hacia nuestros domicilios. Al día siguiente leí en un diario local la noticia de que los expresidentes González, Aznar, Zapatero y Rajoy volverán a recibir 75.000 euros anuales de los presupuestos Generales del Estado. Su lectura me trajo el recuerdo de Julio Anguita y de los escasos extraparlamentarios que renunciaron a la misma y, a un tiempo, esas mismas aguas me llevaron hasta la frase que el día anterior había pronunciado uno de los participantes de la tertulia: “Qué más da; total dentro de cuatro días nadie se va a acordar ya de esto”.

Triste, pero, a un tiempo, tan real como la vida misma, que apuntaría el refranero.

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