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Las alfombras se mueven en California

La mano en el espejo es una muestra de los libros con mayor éxito de ventas

Si usted vive en California o en cualquier lugar semejante del paraíso USA o en los sucedáneos que lo copian por todo el mundo; si usted cuenta con una cuenta (usted perdone) que le permite vivir con holgura y darse una vueltecita por Italia o así, cuando le venga bien y no importando que le venga bien muy a menudo; si usted se ha divorciado de un maravilloso marido, estupendo tipo, culto, "erudito" (lo entrecomillo porque lo repite con frecuencia la señora Durham), atento, buen conversador, "experto en vinos", guapo y guay para casarse con un hombre maravilloso, estupendo, culto, erudito, atento, buen conversador, experto en vinos, guapo y guay, del que luego enviuda para recasarse con un caballero maravilloso, estupendo, culto, erudito, atento, buen conversador, experto en vinos, guapo y guay; si usted cuenta con un hijo fabuloso, unas casas fabulosas, unos amigos fabulosos y eruditos, un trabajo fabuloso; si usted atesora todo ello y un temperamento inquieto por el saber paranormal, sensible, dulce sin dejar de ser enérgico, leal, fiel y de mente abierta; si usted es así, este es su libro. Bienvenido a las huellas de manos en el espejo del lavabo y a las alfombras peripatéticas.

A veces ojeo libros de parapsicología o lo que fuere eso (libros de "psi, parece que se llaman). Disfruto y me río a gusto leyendo a los autores que, como viven cual príncipes en el más acá, andan locos por comunicarse con el más allá. Chacras, presencias, ángeles, ruidos misteriosos, manos, alfombras y muebles de grande movilidad: con algo tienen que pasar el tiempo entre fiesta erudita y fiesta erudita. Son libros de ideología pura, parecen tratados marxistaleninistas línea dura (aquellos de los años 70 del XX) pero al revés. Y la gente los consume que es una barbaridad. Porque, claro, son libros "científicos", entendiéndolos por tales gracias a que un amigo erudito que dio dos clases en no sé qué universidad y tres cursos en una asociación de amigos del macramé erudito (o algo semejante) les dijo que caramba, que quién sabe, que en fin, que nunca se puede decir, que a lo mejor si el reloj se para a la misma hora en que falleció su marido, una huella de mano aparece en el espejo o en el sofá y una alfombra va y viene (o sea, lo que le ocurrió a la periodista retirada Janis H. Durham) es posible que alguien ande por allá mandando mensajes al más acá. O sea, que hay vida después de la muerte y que los muertos andan muy vivos y algo insistentes.

¿Erudición? Dice el (tercer) marido de Durham así, como que no quiere la cosa: "El libre albedrío es la capacidad de actuar a discreción sin una determinación previa ni intervención divina" (la rima y lo mal que escribe la autora son cosas que pasan). ¿Ciencia? Lean ustedes los sesudos experimentos (¡y sus nombres!) y escríbanme si los han entendido. ¿Ideología? Lean la página 89, cuando se ve obligada la empresa de Durham a plantear "ciertos retos sin precedentes, debido a la deceleración [sic] de la economía"; o sea, despidos, pero, eso sí: "estaba segura de que tomaríamos decisiones difíciles con compasión y generosidad", talante básico de un despedidor la compasión. ¿Ocio? "Empecé a preguntarme qué estaba haciendo en ese lugar cuando me di cuenta de que sonaba una agradable música 'new age' de fondo que creaba un ambiente parecido al del spa cuando me dan un masaje". Así, entre col y col de las alfombras (persas) y las manos, se nos va colando la lechuga de un modo de pensar el mundo, de una ideología, de spa y gente guapa, de preocupados por el más allá espiritualoide, que el de más acá es erudito y 'cool'. Y, ya digo, se venden estos libros que es un primor. Qué cosas. Cada cual se divierte como puede.

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eltripulante.wordpress.com

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