Arte

Sentipensares de nuestro tiempo

El Antiguo Instituto de Gijón celebra el centenario de la pintora Pepa Osorio

Obra de la serie «Cibernética e informática».

Obra de la serie «Cibernética e informática».

Luis Feás Costilla

Luis Feás Costilla

Pepa Osorio era todo un personaje, con su sombrero, su capa y su bolso personalizados, decorados por ella misma, y esos ojos deslumbrantes enmarcados por el rímel, que transparentaban bondad y miraban con curiosidad cuanto la rodeaba. Cuando la conocí, llena de vitalidad, rondaba los ochenta años y tenía claro que por su trayectoria y sus capacidades merecía tener una monografía en la colección de artistas asturianos de Hércules Astur de Ediciones. Del texto se ocupó Cristina Suárez, pero me encargué de seleccionar personalmente, junto a ella, las obras que se reproducían, entre las que dimos prioridad a su serie "Cibernética e informática. Testimonios de nuestro tiempo", presentada en la galería Tassili de Oviedo en 1979, para mí lo mejor de su producción, por lo novedoso de su planteamiento en aquellos años y por su limpia realización, en una creadora que no temía experimentar con materiales diversos dentro de un expresionismo directo y sin filtros, a veces farragoso.

Pero era sin duda una buena artista y eso se deja entrever en la exposición que se le dedica por el centenario de su nacimiento en Gijón en el Centro de Cultura Antiguo Instituto de su ciudad, en la que falleció en 2005. Organizada con respeto y admiración por Anina Hood, del centro de proximidad La Casa de la Memoria de Cimavilla, bajo el título "Confidencias a grito pelado", que es una cita de Pedro Caravia, se recalcan sus "sentipensares" a la hora de plasmarlos en un lenguaje plástico y su manera de convertir cada una de sus etapas estilísticas y de sus series en todo un manifiesto personal, que ella se encargaba, según sus propias palabras, de "estrellar" contra los lienzos. Formada con el pintor Eugenio Tamayo, pasó de realizar paisajes y una primera pintura religiosa a hacer, a mediados de los años sesenta, una pintura social a favor de los trabajadores del campo, de la mina y de la mar, con una conciencia crítica que no abandonará nunca. Suburbios, serenos y eclosiones cuya técnica era la encáustica, un procedimiento frío que condicionaba el resultado final, algo rígido en el dibujo. Puede parecer una pintura ingenua, pero su atractivo, dentro de las tendencias generales de la época, llamó la atención de los buenos aficionados e hizo que con ella se iniciaran colecciones importantes, como Los Bragales de Jaime Sordo.

PEPA OSORIO   En un fotomontaje   03.04.24 a 28 Expo Pepa Osorio imagen

La artista, en un fotomontaje. / .

De ahí pasó en la década siguiente a plasmar éxodos y apocalipsis con técnica mixta hasta llegar a la citada serie "Cibernética e informática. Testimonios de nuestro tiempo", hecha en acrílico sobre tabla con mucha mayor formalidad y una pulcritud que servía precisamente para denunciar la frialdad de la máquina y el sometimiento a ella de la sociedad, con nuestros datos manipulados por medios de comunicación de masas y grandes corporaciones informáticas. Pura actualidad. Dos de los cuadros de la serie, los subtitulados "Ciegos y mudos" y "Manipulación directa", formaban parte de la Colección Caja de Asturias y a saber dónde están ahora, después de todo el proceso de concentraciones bancarias, oculto a las miradas ajenas por gente que sólo defiende la privacidad cuando le interesa. El resto de las piezas de este gran conjunto eran casi todas propiedad de la autora y en la exposición figuran tres, "La ley del silencio", "Todos en serie" y "Documento de guerra". Por su calidad merecerían estar en el Museo de Bellas Artes de Asturias, que no guarda obra suya.

En los años ochenta vendrían series como "Antropogénesis", más cósmica, y, ya en los noventa, las tituladas "Esperpentos", en tinta china (una de ellas, "Fanatismo", de 1992, en la Universidad de Oviedo), "Etnias" o "El sueño del génesis o La génesis del sueño", de fuerte experimentación matérica, así como, a principios del nuevo milenio, cuadros como "África llora" o más singulares todavía como "El muro", de 2003, de mayor tamaño pero con el mismo carácter de denuncia. Por aquel entonces, poco antes de su fallecimiento, recibió la Medalla de Asturias junto a otras compañeras artistas de su misma generación pionera, como Mercedes Gómez-Morán o Amparo Cores. La mayoría de las series citadas están presentes en la exposición, que por el poco espacio disponible se ve obligada a la acumulación, algo que de todas formas no le va mal a una artista jovial y excesiva, con cerca de cuarenta individuales entre Asturias, Madrid, Marbella o Barcelona a lo largo de cuatro décadas.

Son muy interesantes las vitrinas, en las que se recoge documentación no sólo de su labor como pintora y grabadora, sino también como escritora, articulista, caligrafista y diseñadora con calidades de orfebre, que todo eso era. También varios bocetos, que muestran que su trabajo no era improvisado, y que hasta para hacer un autorretrato caricaturizado a línea realizaba estudios previos. Como el conjunto es un homenaje por el centenario de su nacimiento, se acompaña además de dos retratos de la artista hechos por manos ajenas, uno pintado por una nieta y, en el dintel de la puerta, un busto que tenía en su estudio, ejecutado por un escultor hasta el momento desconocido.

PEPA OSORIO   Uno de sus diseños, Día y Noche (1960)  436858126 2506024649584605 6111957544640966303 n

Un diseño de Pepa Osorio, "Día y Noche" (1960) / .

Confidencias a grito pelado

Pepa Osorio

Centro de Cultura Antiguo Instituto, Sala 3, calle Jovellanos, 21, Gijón. Hasta el 28 de abril

Suscríbete para seguir leyendo