Tal vez la clave de Cosas de niños es que su autor, el novelista alemán David Wagner, se olvidó del topicazo de que ser padre es, porque sí, lo mejor que le puede pasar a uno en su vida. Y tal vez el mayor riesgo de una reseña de la obra sería caer en la tentación pseudofeminista de destacar como rasgo de inusitada valentía que un hombre se atreva a hablar de su paternidad en un registro íntimo. Descargados autor y lector de ignaros lugares comunes, Wagner quedó en condiciones de escribir una obra para disfrute de lectores en condiciones de comportarse con inteligencia. En sus páginas, la convivencia con su hijita va generando, del mismo modo fragmentario en el que se genera la experiencia, enlaces entre la condición de padre y la de hijo, e incluso la de nieto. La observación perspicaz del día a día desata memoria y reflexión especulativa en una alianza que ilumina sobre la pasta que nos compone.
Aunque a veces es mejor saltarse los prólogos, sobre todo para evitar las torpezas llamadas "spoilers", la introducción a Una vuelta al Tercer Mundo, salida de la pluma del autor, es la mejor invitación a no dejar la lectura. Resulta que el "periodista portátil" Meneses (Santiago de Chile, 1969) había comprometido unas crónicas sobre el viaje suborbital que, de la mano de Virgin, se suponía que iba a hacer. De momento, ya lo saben, no hay tales viajes, pero es que además Meneses percibió que cada vez se apuntaban más celebridades desinfladas y se borró. Así que, a cambio, emprendió esta "ruta salvaje de la globalización" que llevará al lector las zonas más oscuras de la aldea global. De un refugio nazi en Brasil a las acumulaciones de basura tecnológica en Kuala Lumpur, pasando por un parque bélico en Vietnam, la chilena mina de San José o el peligroso cabo de Hornos. Todo con una prosa tan precisa, ágil y adictiva que parece puro pensamiento captado antes de trasladarlo al papel.
