Si Impedimenta es, entre otras muchas cosas, casa de "grandes damas", Penelope Fitzgerald (1916-2000) ocupa en ella aposentos de lujo. Poco hay que descubrir sobre la autora a cuantos afortunados han leído alguna de las cuatro novelas publicadas por la editorial (La librería, en la 8.ª edición; El inicio de la primavera, Inocencia y La flor azul). Sepan, pues, los novatos que la penetrante narrativa de Fitzgerald, vergel de matices, registros y sorpresas, llegó al mundo cuando la autora frisaba los 60 y la instaló para siempre en la excelencia. La puerta de los ángeles (1991), finalista del Booker Prize, nos lleva a la década de 1910 y a un "college" de Cambridge que, nunca hollado por mujer, condena al celibato. Allí inicia su prometedora carrera un pesaroso físico cuya único lastre es una rebeldía que le lleva a enamorarse de una enérgica joven caída en desgracia. Una fábula sobre pares opuestos en la que resuenan cadenas de fantasmas.