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Fernando Palacios y la naturaleza

El premiado pintor castellano inaugura mañana exposición en Bea Villamarín

Fernando Palacios y la naturaleza

El vallisoletano Fernando Palacios (1976) es una de las apuestas sostenidas de la galería gijonesa Bea Villamarín, que incluyó al artista castellano, junto a Carlos Tárdez, Gerard Mas, Chus Monteserín y Carlos Villoslada, en una colectiva organizó hace casi un año. Ha contado también con él para otras muestras, siempre en compañía y con una muy buena acogida entre los aficionados. No es de extrañar, pues, que la dirección de la sala haya decidido organizar una exposición individual con las últimas obras del pintor.

"Incógnita natura", que es el título que Fernando Palacios da a esta colección de una veintena de piezas, se inaugurará mañana a las ocho de la tarde. Son obras que confirman la solidez de un autor que ha ganado decenas de galardones en toda España, incluidos una veintena de primeros premios (fue seleccionado, por ejemplo, en el certamen de pintura joven de Gijón) y el interés del artista por ir despojándose de los restos figurativos que mantenía en algunos de sus trabajos para adentrarse en una abstracción de mayor densidad, barroquizante en ocasiones, en la que materia y espacio pictórico se penetran para constituir muy singulares imágenes que remiten a un informalismo orgánico, según acertada definición de la comisaria y crítica Amalia García Rubí.

En Fernando Palacios se agita un muy particular paisajista (hay quien ha señalado algunas acertadas conexiones entre este artista y el también castellano de Palencia Díaz Caneja (1905-1988) que quiere seguir siéndolo, pero por otras vías y sin olvidarse de sus muy relevantes aparejos técnicos. Titulado en Conservación y Restauración por la Escuela Superior de BBCC de Valladolid, estamos ante un pintor al que le interesa explorar a fondo las relaciones entre los pigmentos o la mancha de color y la convulsa belleza de las formaciones de una naturaleza desasosegada y mutante.

Fernando Palacios crea a partir de lo que la pintura misma va imaginando, hasta los mismos límites físicos del lienzo y sin disimular un cierto deseo de orden, de armonización de las fuerzas oscuras. De ahí quizás el recurso en algunas de estas obras de la raya y el punto, base del alfabeto Morse, y el uso que hace de la luz o de las veladuras.

LLeva razón Tomás Paredes, presidente de la Asociación de Críticos de Arte, cuando afirma que Fernando Palacios "hace visible" la naturaleza, pero no por el sólito procedimiento de imitar lo que ve, sino por el más complejo de desarrollar desde su sensibilidad alerta "sutiles texturas que exaltan tanto lo orgánico como lo onírico, sin surrealismo".

Habrá que seguir los trabajos futuros de Fernando Palacios para ver si insiste en su viaje hacia una abstracción con menores concesiones a la anécdota, a la figura. Lo importante ahora, en todo caso, es disfrutar de "Incógnita natura", una exposición que confirma la andadura de un artista que ha conquistado ya un elaborado y muy personal lenguaje plástico que es resultado de una coherente búsqueda de la pintura como hecho.

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