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Música

Un auditorio en el puerto

La Filarmónica del Elba, en Hamburgo, se convierte en un nuevo icono cultural europeo

El auditorio iluminado para su sesión inaugural. EFE

La inauguración hace unos días en Hamburgo, por todo lo alto, de la Filarmónica del Elba (Elphi) , ha puesto de manifiesto, antes que nada, que en la exigente y laboriosa Alemania también se dan dos conceptos que creíamos de mayor arraigo en el sur de Europa: los sobrecostes y los retrasos. Sirvan para evidenciarlo estos datos: la inauguración debió hacerse en 2009 y su coste previsto inicialmente era de setenta millones de euros -de los cuales 65 millones fueron aportados por el mecenazgo privado de la ciudad-. Al final el concierto de inauguración no llegó hasta la segunda semana de 2017 y el coste final ha sido de ¡785 millones de euros! Casi nada la diferencia entre la previsión y el resultado final. No es de extrañar que el día de su inauguración el presidente alemán Joachim Gauck definiese ese día y todo el proceso de forma muy gráfica: "Hoy inauguramos una casa que ha sido a la vez sueño y pesadilla, desastre y maravilla".

El concepto de auditorio marcado por la sala de la Filarmónica de Berlín, construido a comienzos de la década de los sesenta del siglo XX por Hans Scharoun, marcó un punto de inflexión en el diseño de este tipo de equipamientos. De una vez por todas quedó claro que lo primordial en un auditorio sinfónico ha de ser la acústica y que la arquitectura debe estar a su servicio. Pese a ello todavía encontramos hoy en día salas estupendas desde el punto de vista arquitectónico que son una auténtica calamidad desde el acústico. Por ejemplo, algunos de los construidos por Santiago Calatrava tienen deficiencias terribles en este ámbito por el uso de materiales inapropiados para la escucha de un concierto.

No es el caso del nuevo auditorio de Hamburgo. Construido por los prestigiosos arquitectos suizos Herzog&De Meuron que han trabajado codo a codo con el gran pope de la acústica internacional, el japonés Yasuhisa Toyota -también vinculado otros arquitectos como Gehry o Nouvel- y que ha buscado un estándar de calidad acústica impecable. Hasta el punto de que las butacas fabricadas por otro de los iconos del diseño internacional, la casa italiana Poltrona Frau, se han elaborado para que no se acusen demasiadas diferencias entre el trabajo de una orquesta con la sala vacía o llena. Detalle este de capital importancia porque facilita el paso de los ensayos a los conciertos en los que la presencia del público marca otras pautas en la acústica. La sala principal tiene una capacidad para 2.100 espectadores y todos los espectáculos programados para este año han agotado las localidades. Además, hay una sala de cámara e incluso un hotel en el mismo edificio. Todo de ello en un área que busca revitalizar la zona portuaria de la ciudad con nuevos usos culturales.

Elphi quiere convertirse con rapidez en una referencia internacional y en su ciclo inaugural estarán Muti con la Sinfónica de Chicago, además de las orquestas de la propia ciudad alemana, Gustavo Dudamel, Cecilia Bartoli, Daniel Barenboim, Mitsuko Uchida y gran parte de los iconos de la música clásica y alguno del jazz que tendrá presencia en las diferentes programaciones que ofrecerá la que se va a convertir en una de las grandes factorías musicales germanas. La ciudad de Hamburgo está volcada con su nuevo edificio estrella, consciente de la ventana de visibilidad internacional que le ha abierto. Es una oportunidad única para engancharse en los circuitos artísticos de primer nivel y, a buen seguro, que no lo va a desaprovechar. Atrás quedarán los sufrimientos constructivos y ahora llega la fase que mejor saben hacer los alemanes: el desarrollo de programaciones de primer nivel, con decidido apoyo público a las mismas, sin cicaterías y con altura de miras.

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