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Libros

A la sombra de la sombra del padre

El abrigo de Thomas Mann, un hermoso libro de Juan Luis Conde con Golo Mann como protagonista

Golo Mann.

Como es bien sabido, la literatura de no ficción está de moda o es la que hay. Quizá el público lector acepta de buen grado y con entusiasmo que le cuenten historias de mentiras escandalosas mediante series televisivas, pero frunce el ceño cuando en los libros no encuentra ese "basado en hechos reales" que hoy significa un pasaporte bien hacia la enjundia (como es el caso de El abrigo de Thomas Mann), bien hacia infumables onanismos de quien considera de sumo interés para el lector darle a conocer nimiedades elevadas a categoría de trascendentales sucesos, como si de una red social exhibicionista (pleonasmo) se tratase el libro. Quiero decir que no es lo mismo meterle cien páginas a contar cómo uno iba en su adolescencia a bañarse al río del pueblo que tratar de levantar, que es lo que hace, el clasicista especializado en Tácito, Juan Luis Conde (1959), la intrahistoria de los 80 del XX a través de una amistad entre un grupo de jóvenes hispanohablantes, que se buscan la vida por Europa, y un ya anciano que quiere mejorar su español y que es filósofo, historiador, excatedrático, autor de una biografía de Wallenstein o de las excelente páginas autobiográficas de Una juventud alemana? y nada menos que hijo del abrumador Premio Nobel Thomas Mann. Un atractivo anzuelo editorial para comenzar la lectura: la vida de quien fue durante un tiempo la sombra de Golo Mann quien, a su vez, vivió con la sombra de su padre, como no podía ser de otra manera.

Juan Luis Conde colaboró en "El País" y sabe cómo contar las cosas. Comienza con unas páginas durísimas sobre lo que se dijo (mal) tras la muerte de Golo y con un minucioso despiece de las barbaridades que se urdieron contra su legado. Luego, abre campo narrativo y nos lleva nostálgicos a seguirle por Centroeuropa cuando, en aquellos años, se alojaba en un piso patera, trabajaba de lo que hubiese si lo hubiese, detestaba el servicio militar y veía caerle la bendición de emplearse para aquel tipo que era el tercer vástago de Thomas Mann y que quería, a los 73 años, mejorar su dicción española para leer a Machado o Cernuda sin traducción mediante. El paso, pues, de la estrechez absoluta de Conde tanto por su entorno como por el país en el que había nacido (estupenda la paranoia de la página 77) a la opulencia de emprender marchas por los Grisones hablando mano a mano con quien tanto sabía y con quien tanto cabía discrepar: "Su carácter conservador, su corazón monárquico, su instinto aliado de la autoridad y el poder -a lo Bernanos".

El abrigo de Mann no aparece explícitamente hasta la página 138 (y no es el de la foto de la portada, ojo) y solo cabría considerarlo hilo conductor de la vida de Conde con Golo en el otro sentido: en el de la amistad como "abrigo" frente a la sociedad gris de Pirineos abajo. Las páginas sobre la "movida" y sus catastróficos efectos (181 y ss.), apuntes como el de la muerte de la perra Bjelka ("el buen espíritu de una casa", pág. 194), los eternos viajes hacia el norte en transportes imposibles? los detalles costumbristas o acaso anecdóticos, quiero decir, no ocupan más que el espacio necesario, pues el narrador sabe bien lo que quiere contar y sabe su propio lugar en la historia. Qué difícil, qué hermoso libro.

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