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Escenarios del absurdo

Adam Johnson, un escritor ineludible para entender qué sucede ahí fuera

Si los mundos felices y las fantasías con Big Brother encontraron en el panteón farmacológico y la frialdad forense sus estrategias narrativas, qué tipo de narrador y qué formas narrativas podrían dar cuenta de un lugar que hace palidecer las contrautopías que la literatura ha venido soñando con mayor o menor fortuna. Esa era la pregunta metodológica que animaba El huérfano, la novela que consagró a Adam Johnson con el Pulitzer de Ficción y que Seix Barral publicó en 2014. Y es que Corea del Norte, el espacio en que aquella obra se desarrollaba, es un lugar en el cronomapa de la realidad humana, no un hito en las aventuras de la imaginación creadora.

Ante la evidencia de una realidad insoportable, Johnson optó en su novela por la audacia como mecanismo de apropiación. Si el mundo era obscenamente bizarro, la ficción debía mostrarse a su altura y acatar el envite. En vez de firmar un tratado de buenas intenciones, una novela obvia que desenmascarase cocos terribles, un reportaje del infierno con paralelos 38 en vez de hordas de tutsis y hutus, Johnson dinamitó las estructuras habituales para botar un transatlántico genérico. En El huérfano había periodismo y sociología, se conciliaba la temática del gulag con una hilaridad desbordada, la potencia de los diálogos no tenía nada que envidiar a la conmoción de ciertas descripciones, quedaba espacio para el gore y el sentimentalismo, el delirio y la filigrana convivían con naturalidad pasmosa.

A quienes ya conozcan esa pieza esplendorosa, una de las cumbres de la ficción occidental reciente, no les sorprenderán los temas que Johnson rastrea en George Orwell fue amigo mío, colección de seis relatos que le valió un segundo reconocimiento en su país, el National Book Award. Comenzando por la historia que cierra el volumen, "La sonrisa de la fortuna", que retoma el leitmotiv coreano para darle un nuevo e inesperado sesgo, al contar los problemas de adaptación de dos desertores del Norte paupérrimo y hermético en el Sur exuberante pero no menos robotizado por el ultracapitalismo, y siguiendo por la pieza que da título a la colección, en la que un ex alcaide de una prisión de la RDA intenta conciliar los sueños de una razón que produce monstruos con las pesadillas de una realidad que todo lo banaliza.

Pesadillas que ya no son infligidas por los aparatos de vigilancia, sino que emanan de la condición libre y a la vez estúpida del sujeto posindustrial, cuyas ansias de estar perpetuamente conectado lo confinan en realidad a la esclavitud de estar constantemente expuesto. Expuesto a la publicidad, al intercambio, a convertirse en apéndice del gigantesco tesauro del control, como esas balizas que señalan los archivos de pornografía infantil en el relato cumbre del volumen, "Pradera Oscura", un texto de apenas cuarenta páginas que por sí solo justificaría la carrera de muchos escritores y que confirma, gozosamente, que Adam Johnson es un escritor hoy por hoy ineludible para comprender qué sucede ahí fuera, en los escenarios del absurdo.

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