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Libros

Enredos de amor y arte

La irlandesa Jessi Burton confirma sus dotes como narradora en La musa, una historia sobre autorías dudosas e identidades inesperadas

Jessie Burton, escritora inglesa de 35 años, ha conquistado la fama con sólo dos novelas, La casa de las miniaturas (2014) y La musa (2016). La primera es una novela escrita con pulcritud y con un tema original que gira alrededor de una casa de muñecas, la miniaturista que la va amueblando y la familia que posee dicho aparente juguete. La novela está ambientada en el siglo XVII, en Amsterdam, y tiene un trasfondo de realidad: la casa de muñecas de Petronella Oortman, expuesta en el Rijksmuseum de Amsterdam. Es precisamente la función dudosa del mueble, que puede ser un juguete o un reflejo de la casa familiar, la que Burton explora y utiliza con tanto acierto y lo que mantiene en vilo y seduce a sus lectores.

La musa confirma las dotes de Burton como narradora. Consigue una estructura impecable que es capaz de sostener a lo largo de casi quinientas páginas, con unos personajes creíbles y una intriga difícil de resolver para sus lectores a lo largo de la novela. Las posibles soluciones que nos imaginamos se intensifican o decaen a medida que los dos espacios narrativos se imbrican, con lo que la autora nos tiene en sus manos hasta el final del libro. Éste se desarrolla en dos lugares y dos tiempos diferentes, Arazuelo, un pequeño pueblo del interior de Andalucía en los umbrales de la guerra civil, entre enero y septiembre de 1936, y Londres en 1967. Los personajes son varios y variados, y cada uno lleva consigo las marcas de su cultura.

En la España del '36 figuran una pareja de jóvenes campesinos andaluces, ella con el estigma de ser hija ilegítima de madre gitana, pobre e inteligente, él, articulado y ambicioso, dispuesto a luchar contras las injusticias sociales que ve a su alrededor. Su contrapunto está compuesto por una pareja de extranjeros y su joven hija, que buscan un lugar tranquilo y barato donde residir y ocultar temporalmente sus heridas, su dependencia del alcohol la madre, inglesa, y sus fracasos vitales el padre, alemán.

El Londres del '67 tiene como personaje principal a Odelle, una joven natural de Trinidad y Tobago que llega a la metrópolis esperando, ingenuamente, que la reciban con los brazos abiertos. Odelle está rodeada de varios personajes enigmáticos que la irán introduciendo en los sucesos acaecidos en España treinta años antes.

Los hilos de la trama se tejen a través del arte: Odelle quiere ser escritora y trabaja en la Skelton School of Art. Olive, la hija del matrimonio extranjero, hubiera querido ser pintora y guarda en su poder una carta de admisión para la Slade School of Fine Art. Isaac, el joven andaluz, también aspiraba a ser pintor. Este esquema de relaciones se materializa en una fotografía y en varios cuadros que adquieren, en 1967, un valor artístico y monetario considerable. El trasfondo de las pinturas es la historia de las santas mártires andaluzas, las hermanas Justa y Rufina, invocación de la iglesia de Arazuelo, y su adaptación a las circunstancias que viven los personajes de la novela en aquella España de preguerra.

El arte se mezcla con el amor y el desamor, en ambos tiempos y espacios, y la trama se complica. Pero Jessie Burton la resuelve limpiamente, recogiendo cabos y explicaciones y, sobre todo, sin perder el registro de cada personaje ni las poderosas descripciones ambientales. El desenlace de La musa sorprende; yo diría que es inesperado, pero es convincente, y convierte a la novela en una lectura atractiva para muchos gustos diferentes.

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