La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Música

El "timo" de los cuerpos nacionales

Las lágrimas de cocodrilo por la falta de giras al extranjero de las compañías estatales

A bombo y platillo recogía el diario "El País" el pasado lunes la queja unánime de los responsables de los centros nacionales porque el Ministerio de Hacienda limita sus giras en el extranjero y eso causa daño a la "marca España". Da risa la lastimera y conjuntada penuria que jamás se escucha ante la escasez de giras nacionales, sobre todo en algunas unidades del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y la Música (INAEM) que raramente sacan su actividad del perímetro de la M-30 madrileña, pese a que todos los españolitos les financiemos vía impositiva una gira a Pekín o Sidney como destinos soñados y pagados con generosas dietas y otras prebendas, todas ellas a cargo, insisto, del dinero común.

Hay entes como la Orquesta y Coro Nacionales de España que dejan para "provincias" las migajas de su actividad anual. Por ejemplo, cuando cierra el Auditorio Nacional -otro invento que pagamos todos- se van a hacer unos festivales de verano. Pero si un auditorio de una comunidad autónoma cualquiera pide a la ONE para su temporada de conciertos no encuentra la menor facilidad para que, a lo largo del curso, se concreten fechas para cerrar un proyecto. Con nuestros impuestos los ciudadanos de Oviedo, Lérida, Ceuta o Badajoz- por poner cuatro ejemplos bien distantes- financiamos grandes solistas y directores para que los disfrute en exclusiva el público de Madrid. ¿Qué sentido tiene seguir manteniendo entes que cuestan decenas de millones de euros en un estado con una vida cultural descentralizada? Sólo se justifican cuando esa actividad es eminentemente nacional, con presencia en todo el territorio y, una vez servidos a quienes les sostienen, también, como es lógico, se hagan cargo de la representación cultural exterior, pero con unas condiciones que permitan hacer sostenibles las giras.

Se da la paradoja de que si un ciudadano de Oviedo o de Palma de Mallorca quiere ver en su ciudad al Ballet Nacional de España o a la Compañía Nacional de Danza, dos agrupaciones bien conocidas por los aficionados, las paga dos veces. La primera, reitero, con sus impuestos financia su trabajo diario -sede, sueldos, montajes- y, también paga, lo cual entra dentro de la lógica, el desplazamiento, dietas u hoteles de su estancia en la ciudad que invita y ¡además!, ahí va la segunda vez, un cachet cerrado. Un perfecto sistema que podríamos denominar con ironía: "¡Manos arriba, esto es un atraco!". ¿Por qué un teatro español tiene que pagar un alquiler de un espectáculo que ya se construyó con el dinero de los impuestos de todos?

Cualquier gestor de auditorio o teatro que no sea de Madrid puede confirmar esto porque es una queja recurrente ante una situación enquistada en el tiempo. Tenemos, en este sentido, la paradoja de que resulta más barato traer una compañía de primera línea mundial de Nueva York, Holanda o Francia que una pública española. Esto no es un brindis al sol. Tengo datos con números, por mi labor en la gestión cultural, que ejemplifican todo esto al detalle.

Se quejan los responsables de los centros nacionales de que los convenios colectivos no se cambian, ¿por qué no se hace?, ¿a quién no interesa mover ficha? Pasan los gobiernos y los responsables del INAEM, esos gestores que poco o nada les interesa tener una visión cultural de todo el estado, son incapaces de solventar algo tan básico en las relaciones laborales como es la actualización de un convenio determinado. Se ha dado el caso de que una unidad del INAEM quería grabar un espectáculo y ante las trabas de los músicos empleados en el propio organismo, acabó registrando la obra en ¡Oviedo! Creo que esto ejemplifica a las claras determinadas condiciones "de oro" que se sostienen con el dinero común, o privilegios que se quieren hacer pasar por derechos.

No todo es igual y desde luego que hay matices. Desconozco cómo está el teatro de prosa pero sí que observo a las compañías de teatro clásico y al Centro Dramático Nacional visitando diferentes escenarios. Y visión nacional real sí se encuentra en el Centro Nacional de Difusión Musical que dirige Antonio Moral o el teatro de La Zarzuela, con Daniel Bianco al frente, que a cada inconveniente que se presenta tratan de buscar una solución con mentalidad de trabajo global.

Es urgente una revisión del funcionamiento de cada unidad nacional, valorar la sostenibilidad y el carácter estatal de los diferentes proyectos. Y los que no los cumplan, cerrarlos o que los asuma directamente la comunidad de Madrid, ya que sólo benefician a sus ciudadanos. El actual entramado es caro, ineficiente y, lejos de sumar, acaba siendo contraproducente. Soy muy escéptico que en el Ministerio de Educación y Cultura alguien tenga la capacidad, o las ganas, de resolver el asunto. Mientras tanto bien está que Hacienda ate en corto, es una buena noticia. A ver si mientras tanto algunos responsables se dan cuenta de que Teruel existe y que hay vida cultural más allá de Londres.

Resulta más barato traer un grupo de primera línea mundial de Nueva York, Holanda o Francia que uno público español

Compartir el artículo

stats