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Cine

Películas adjetivadas

Sobre los filmes "para chicas" y otras etiquetas

Acabo de leer un estupendísimo artículo que Gloria Steinem publicó en 2007 y que se ha vuelto a publicar ahora con algunos añadidos sobre lo que significa hablar de "películas de o para chicas" (chick-flicks en inglés) explicando que las "películas" sin añadido adjetival se supone que son para los demás, para el gran público; es decir: la norma. Pero esto, añade Steinem, también pasa con otras adjetivaciones que sistemáticamente se refieren a quienes tienen menos poder. Hace ya tiempo que sabemos del test Bechdel para distinguir entre películas que dan protagonismo a las mujeres -chick-flicks- y las que no. Los tres puntos del test son los siguientes: tiene que haber por lo menos dos mujeres, tienen que hablar entre sí y el o los temas de conversación tienen que versar sobre cualquier cosa que no sea hombres. Así puesto suena realmente fácil y sin una carga política que le erice el flequillo a nadie. La realidad (y la estadística), sin embargo, nos enseña que una gran proporción de películas se inclina hacia la acción violenta entre hombres y, cuando hay mujeres, estas vienen caracterizadas por su relación con esos mismos hombres. El Oscar a la mejor película de este año - Moonlight- me ha sorprendido muy gratamente. Moonlight es una película doblemente adjetivable: "de negros" y "de homosexuales". Tarell Alvin McCraney, el dramaturgo en cuya obra se basa esta película, ha dado en el clavo cuando dice: "nos creemos más cultos cuando hablamos de homofobia. Pero al final, si de verdad nos fijamos en la homofobia, se trata de antifeminismo. En realidad es misoginia disfrazada o dirigida a los hombres". Entiendo lo que implica esta declaración porque reconozco al enemigo común: un orden patriarcal y esclerótico que teme y desprecia todo lo que sea, parezca o se acerque a lo que ese mismo orden considera femenino.

En cualquier caso, es este orden el que suele adjetivar las películas reduciéndolas incomprensiblemente, tratando de limitar sus posibilidades como si el público fuera incapaz de ver y entender nada que no sea una pelea a puñetazos (a tiros, a bombazos) o encuentros gimástico-eróticos entre un hombre y una mujer. El cine, el mejor cine (como todas las artes), se escapa siempre de adjetivaciones fáciles porque está siempre abierto a infinitas interpretaciones. Clasificar una película con un "de chicas" cuando se habla de Thelma y Louise o "de homosexuales" cuando se habla de The Crying Game, por ejemplo, no sólo es reduccionista y chato sino que también manifiesta una alergia mental cuyas causas desconocemos pero cuyos síntomas son siempre virulentos. Ahora que lo pienso, me doy cuenta de que las películas que me gustan e interesan son consistentemente las "adjetivadas".

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