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Los peligros de apellidarse Borges y seguir la vía de Judas

Si uno se llama Jorge Luis Borges y no es Borges, pero se lo sabe de memoria, no extrañará que con el tiempo abrace descabelladas teorías conspiranoicas. Por ejemplo, que los escritos de Borges abonaron el terreno sobre el que Hitler edificó el nazismo. De ahí a viajar a Ginebra con la justiciera intención de liquidar al anciano y ciego escritor sólo media un vuelo trasatlántico, el que el protagonista de El Evangelio según Hitler se dispondrá a emprender cuando el lector inicie la lectura. El brasileño Marcos Peres (1984), que por supuesto es quien se sabe a Borges de memoria, debutó hace algo más de tres años con esta vertiginosa historia que, para quienes también naveguen por soltura por la obra borgiana, se nutre de Tres versiones de Judas, relato incluido en Ficciones (1944) en el que late la idea de que el apóstol traidor fue en realidad un hombre que se sacrificó para hacer posible la Redención.

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