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La energía no racional del lenguaje

José Antonio Millán se adentra en el análisis de los ritmos de la lengua

Si nunca ustedes han cantado o recitado el siguiente trabalenguas, seguro que conocen alguno parecido: "Doña Dírriga, Dárriga, Dórriga, / trompa pitárriga, / tiene unos guantes. / De pellejo de zírriga, zárriga, zórriga, / trompapitárriga, / le vienen grandes". Lo mismo valdría para otros juegos verbales, como este: "-Madre, notabre, sipilitabre, ¿voy al campo, blanco, tranco, sipilitranco, por una liebre, tiebre, notiebre, sipilitiebre? -Hijo, mijo, trijo, sipilitrijo, ve al campo, blanco, tranco, sipilitranco, por una liebre, tiebre, notiebre, sipilitiebre". ¿Y no recuerdan alguna jitanjáfora (un texto carente de sentido cuyo valor estético se basa en la sonoridad y en el poder evocador de las palabras, reales o inventadas, que lo componen) a las que Julio Cortázar llamó "gíglico" en su Rayuela?: "Ya rebrullía, y los suágiles tovos gozcaban y goznaban en la topara, misébiles se hallaban los borogovos y las radas momes chirrijaban". Pues bien, habrán observado que hay ritmo, que hay consonancias y asonancias en estas cancioncillas, retahílas, soniquetes, cantinelas o como las queramos llamar y con las que hemos entretenido nuestra infancia o jugado en la madurez. El lenguaje es comunicación (o debería serlo). Su ritmo también comunica (o debería hacerlo). A por qué y cómo lo hace dedica el lingüista José Antonio Millán estas páginas tan entretenidas, llenas de ejemplos y teoría firme, subtituladas no en vano "Los ritmos de la lengua".

Parafraseo las preguntas que el propio autor se hace: ¿Por qué los refranes riman, las consignas de los manifestantes se adaptan a la marcha, las nanas son parecidas en todo el mundo, los cánticos y juegos de los niños se componen de palabras sin sentido? ¿Por qué siempre hay repeticiones, acentos, pautas, rimas en estas series? Y anoto alguna de sus conclusiones: las retahílas de los sorteos (las navideñas de los niños de San Ildefonso, por ejemplo) evocan un rito, cuya menor alteración encendería las alarmas por presunta trampa a los muy susceptibles compradores de participaciones. Una rima, por otra parte, es un eficaz cierre de las frases proverbiales, refraneras, que las protege de la deformación y ayuda a grabarlas en la memoria o, en tantas ocasiones, a parodiar las frases archisabidas. (Se recuerda en el libro que Manuel Vázquez Montalbán completaba "El que a buen árbol?" con "? buen árbol le cae encima". Recuerdo las modificaciones de Ángel González al "Las hijas de las madres que amé tanto?"). El 'rap' es sobre todo un ritmo machacón, sigue diciendo Millán. Los canturreos y las salmodias oscilan en todas las culturas entre cantarlos y recitarlos. Así, "el oyente tiene la sensación de que está ante algo transmitido desde un pasado remoto, de que está en una realidad de orden diferente".

Un libro, pues, para los amantes de las cosas del lenguaje y para los curiosos en general. Un libro que, cómo no, rememora al "trampitán", aquel idioma inventado en el XIX por Juan de la Coba y que Torrente Ballester homenajeó en La saga/fuga de JB. Aunque omita Millán recordar una de las citas iniciales de esta novela ("Tin morín de dos pingüés / cúcara mácara chíchara fue") pero sí recoja una variante suya. Y ustedes perdonen la pedantería.

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