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Preludio de la democracia

Ortega y Marañón, dos exploradores del liberalismo en una sociedad dislocada

José Ortega y Gasset.

La generación del 14 representa, no cabe duda, el mayor esfuerzo colectivo llevado a cabo por los intelectualesen España con el propósito de crear las condiciones que hicieran posible asentar una democracia liberal moderna y duradera en nuestro país. Es así por el empeño que puso en ello y por las dificultades de la coyuntura histórica que le tocó vivir. El intento, sostenido durante dos décadas, alcanzó el éxito con la proclamación de la II República, pero no tardó en fracasar y se fue irremisiblemente a pique en la guerra civil. Derrotados, bajo el régimen de Franco los pensadores y escritores se dispersaron entre la España peregrina y la España silenciosa. Muy pocos tuvieron tiempo para atisbar la llegada triunfante y definitiva de la democracia en los años setenta del siglo pasado.

Los componentes de aquel grupo, que se considera formado en un homenaje ofrecido a Azorín en Aranjuez, tenían distintas filiaciones ideológicas, pero entre ellos destacaban los liberales. Ortega y Gasset ejerció sobre todos ellos un liderazgo moral sobresaliente. Y en particular sobre Gregorio Marañón, que le acompañó en la travesía por "el camino ancho y limpio" del liberalismo hasta la muerte del filósofo en 1955. En su intervención en el homenaje fúnebre que se le rindió en la Facultad de Filosofía y Letras de la Complutense no dudó en declararse abiertamente liberal. En un libro que le dedicó años después, el historiador Miguel Artola escribió que "la mayor aportación política de Marañón fue sin duda haber levantado la bandera del liberalismo, de la libertad, en una época en que pocos o ninguno podían hacerlo".

Ortega y Marañón fueron dos exploradores del liberalismo en medio de una sociedad dislocada por los conflictos de la modernidad. El curso de la historia había desbordado el liberalismo confortable del siglo XIX y no compartían las ideas ni las actitudes revolucionarias de inspiración marxista. Siguiendo la senda liberal, pretendían abrir una vía que diera respuesta a la cuestión social, lo que les llevó de la mano a adoptar posiciones afines a los fabianos, los radicales franceses y los socialistas de cátedra alemanes, es decir, al liberalismo social. Por tanto, tiene mucho sentido que las fundaciones dedicadas a ambos decidieran en 2010 fundirse en una y que ésta patrocine un libro que recoge una interesantísima selección de textos y artículos de Marañón, algunos de difícil acceso hasta ahora, y sendos estudios sobre ellos dos, escritos por José Lasaga, reconocido especialista en Ortega, y por Antonio López, autor de una reputada biografía de Marañón.

Con esta publicación, continúa la concienzuda tarea de reposición del liberalismo español iniciada en su día desde fuera por Juan Marichal y otros y seguida aquí por una nómina de historiadores cada vez más poblada. Gracias a su paciente e intensa labor está ya fuera de lugar negar la existencia de una tradición liberal en España. Los cientos y miles de estudios realizados en las últimas décadas demuestran con meridiana claridad que la hubo, que fue temprana, fuerte y rica, aunque no lograra imponerse y después de la guerra quedara condenada al silencio.

La cuestión del liberalismo español tiene una derivada asturiana, por lo que la lectura del libro sugiere una reflexión al margen. La encarnación política de la generación del 14 fue el Partido Reformista de Melquiades Alvarez, un partido "asturiano", que conocemos bien por la monografía que le dedicó Manuel Suárez Cortina, un historiador asturiano que ejerce en la universidad cántabra. Alrededor de aquella generación y de aquel partido anduvo el llamado "grupo de Oviedo". Pérez de Ayala, Fernando Vela, Augusto Barcia y otros asturianos colaboraron con Ortega en sus diversas iniciativas de compromiso cívico. Asturias puede presentar una lista incomparable de brillantes liberales que ocupan en toda su extensión los siglos XIX y XX. El profesor Joaquín Varela ha dirigido una magnífica colección de obras y autores, editada por la Junta General, que muestra lo mejor del liberalismo asturiano. La tradición liberal española tiene en Asturias, en Jovellanos, su raíz más profunda y perdurable. Sin embargo, a pesar de todo la cultura política liberal se refleja pálida y extremadamente débil en la conciencia colectiva y en la esfera pública de la región.El espíritu socialista y liberal del primer gobierno autonómico se malogró demasiado pronto. La palabra liberal, que se comprende mal, aún es tabú para muchos socialistas en Asturias. Antonio Masip la pronuncia con fruición, pero es una excepción. Y el conservadurismo autóctono bebe de otras fuentes. ¿Por cuánto tiempo los asturianos vamos a despreciar este tesoro que duerme olvidado nuestra historia?

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