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Arte

Vicente Pastor y la extinción silenciosa de los gorriones

El señor de la materia crea impactantes imágenes tan abruptas como bellas

Vicente Pastor, entre las obras expuestas en la galería avilesina Amaga. MARA VILLAMUZA

Sabemos bien de la identificación humana y artística de Vicente Pastor con la naturaleza, de un cierto misticismo incluso en la profundidad de su relación con ella, hasta el punto de haber sido prácticamente el único y gran motivo de su creación plástica a lo largo de muchos años de gran arte.

La crítica ha utilizado en varias ocasiones el concepto de chamanismo al referirse tanto a su planteamiento vital como a sus creaciones y acciones artísticas, que a menudo bien pueden entenderse como una mediación entre la naturaleza y nosotros, los espectadores de su obra. Una obra que, desde la pintura hasta las performances, pasando por al más amplio registro de disciplinas, técnicas, materiales y manifestaciones que se puedan imaginar, siempre suelen tener algo de culto sagrado a la naturaleza.

La magnífica exposición que podemos ver ahora responde como era de esperar al citado planteamiento y es por otra parte el fruto de una bellísima y muy poética idea. Se titula "La extinción silenciosa de los gorriones" y lleva una cita de Jennifer Ackerman que, aunque algo larga, es importante reproducir porque define admirablemente el motivo y refuerza la intensidad emocional de la obra: "El gorrión lleva miles de años conviviendo con nosotros, se ha vuelto tan experto en adaptarse a cualquier entorno humano que podemos considerarlo nuestra sombra aviar. Pero ahora desaparece sin que nos demos cuenta. El cambio climático, las especies invasoras y los edificios modernos, que les impiden armar sus nidos, son algunas de las posibles causas de esta extinción silenciosa".

Para desarrollar motivo tan hermoso, Vicente Pastor ha elegido la pintura, supongo que por su reconocida capacidad para hacer hablar a la materia. En su pintura necesita identificar un concepto con una materia, para que luego sea ésta, en diálogo con el artista, la que determine la forma, no en vano los primitivos atribuían un espíritu a la materia. Psellus, autor alquimista, refiriéndose a esto en sus escritos, quitaba importancia a las formas reconocibles, "pero cuando la materia no tiene forma alguna, -decía-, entonces es el fuego sagrado". Y así, pintando por lo sagrado, cuando el mundo y los gorriones están en riesgo de extinción, dialogando con la materia Vicente Pastor crea unas formas -o informas- que proyectan una sobrecogedora angustia metafísica, expresión de una visión interior que, indiferente a la iconografía de la representación, no necesita de símbolos ni alusiones explícitas para dar testimonio del mensaje de inquietud y angustia del que son portadoras.

Al señor de la materia le basta para ello con dignificarla estéticamente, convertirla en arte para poner en valor plástico ese mensaje. Por eso hay a pesar de todo tanta belleza y tanto lirismo en la dramática majestuosidad de estas imágenes de una destrucción anunciada, la belleza involuntaria de las ruinas. Son deformadas estructuras de expresión abrupta y turbadora, apenas dulcificadas por el color, masas fangosas solidificadas en las que pueden aglutinarse barros, arenas, telas, maderas, cartones..., con la pasta pictórica que ordena la ejecución artística, los factores tectónicos y constructivos y sus relaciones y tensiones con relieves, espacios y oquedades, todo ello admirablemente realizado por Vicente Pastor que amalgama materia, signo y memoria en una sugestiva e intensa creación artística, que puede recordar el Contenedor de la Memoria al que en La Caridad le hicieron un monumento en memoria del incendio, aunque entonces fueron solo el fuego y la naturaleza los autores de la obra.

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