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Arte

Pablo Armesto, poemas de luz en el espacio

Los de la serie "Astral" son tan mágicos, tan "trompe l'oeil" espacial, que sugieren la visión del universo por una rendija

Pablo Armesto, poemas de luz en el espacio

La primera exposición de Pablo Armesto se llamó Eureka. Pasados los años se encontró con un libro poco conocido de Edgar Allan Poe que llevaba el mismo título, era su décima y última obra publicada en 1847, dos años antes de su muerte, y novela, poema o ensayo, no estaba él muy seguro, destinada a exponer sus teorías sobre los astros y el universo infinito. La coincidencia del título, su afición a la literatura del escritor y quizá también las posibilidades y sugerencias para su propia obra pictórica, llevaron a Pablo Armesto a dedicarle esta exposición. Hasta ahí todo plausible. La cosa se complica cuando en el texto de la muestra se presenta "como un homenaje a la obra en la que el poeta cuestiona "todas" las teorías conocidas acerca del origen y el destino del universo y elabora sus propias conjeturas" y cuando además, en este texto y algún otro publicado en la prensa, se confronta y analiza el pensamiento astral de Poe en relación plástico-filosofica con el del propio Pablo Armesto. Dado que Edgar Allan Poe, gran poeta y el mejor contador de historias de terror que ha existido, como aficionado a la astrofísica y la ciencia- ficción acostumbraba a desbarrar bastante, según opinión unánime en su tiempo, esa confrontación entre el pensamiento científico del escritor y del artista plástico parece una pérdida de tiempo y, lo peor, una manera de desvirtuar y minimizar una exposición fascinante.

Vale que el libro haya servido para sugerir un motivo, para expresión de un pensamiento estético sobre el Universo; no tanto que se convierta en la abstracción formal de una visualización científica, que no está el arte para ilustrar teorías. Edgar Allan Poe era ante todo un poeta romántico, y un simbolista "avant la lettre", como lo prueba que artistas y poetas de la tendencia, Doré, Odilón Redón, Baudelaire o Paul Valery, rescatarían después su figura y reconocieron su influencia. Como en realidad lo es también Pablo Armesto, un poeta romántico a la alemana, como el Friedrich de "La salida de la luna sobre el mar". Otro Friedich, von Schegel, escribió: "Sólo puede ser artista aquél que tenga una religión propia, una visión original del universo". Armesto la tiene, en su religión estética, y eso es lo que ha pintado para el placer de cuantos vean esta exposición.

Pintura eminentemente ideográfica, las constelaciones de Pablo Armesto son poemas de luz en el vacío negro del Universo, orquestadas según una personal geometría espiritual y utópica, en cierto modo en línea con la misma utópica espiritualidad que inspiró muchas de las teorías y manifiestos del arte abstracto geométrico, y en particular las tendencias cinéticas y ópticas, de las vanguardias históricas. Es un gozo contemplar estas pinturas sobre estrellas y galaxias en el firmamento del artista, la seductora relación entre la corporeidad material de las superficies y las formas dibujísticas de la luz configurando un imaginario engarzar de estrellas, constelaciones de idealizada geometría sugiriendo movimientos en el espacio.

Y después de dejarse deslumbrar por la estelar orfebrería plástica de parte de la exposición, contemple con concentrada emoción las obras de la serie Astral, su maravillosa y mística austeridad. Una profundización en el espacialismo de Pablo Armesto, pinturas de formas esenciales, líneas y puntos admirablemente estructurados, en realidad cortes y horadaciones sobre el papel por los que se filtra la luz. Y son tan mágicos, tan "trompe l'oeil" espacial, que llegamos a imaginar que son rendijas por las que podríamos contemplar el Universo. Como sucede con los misterios del Universo, los misterios de la pintura no tienen necesidad de ser resueltos sino solo vividos, cosa que debió decir alguien importante.

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