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Libros

La paciencia como método

Lize Spit cuenta en El deshielo todo lo que puede pasar en un verano

El deshielo es la primera novela de Lize Spit, escritora belga nacida en 1988. Publicada en 2016 en neerlandés, la obra fue un éxito de ventas en su país y recibió allí varios premios literarios. Spit, que escribe regularmente para la prensa, ya había sido reconocida con anterioridad por sus narraciones breves.

El deshielo gira en torno a tres personajes, una niña y dos niños, únicos bebés nacidos en un mismo año en un pueblo pequeño y anodino de Bélgica, tan aburrido que hasta la camioneta que vende las patatas fritas durante la fiesta parroquial anual es considerada una atracción. Correspondientemente, las familias que pueblan el lugar son aburridas y herméticas, por lo que "los tres mosqueteros", como se autodenominan con muy poca originalidad, tienen que crearse su propio entretenimiento.

Pim, el hijo de los granjeros, Laurens, el hijo de los carniceros, y Eva, hija de unos padres "ausentes" e invisibilizados por el resto del pueblo, crecen y desarrollan su intelecto y sus emociones como buenamente pueden, abandonados por sus progenitores en la difícil tarea de enfrentarse a sus cambios físicos y afectivos. El rito de iniciación de estos tres adolescentes es demasiado largo, equivocado e inevitablemente traumático, y marcará la historia que se nos cuenta en la novela, ya que después del verano de 2002 "nada ha cambiado, pero nada es igual".

El verano de su pubertad gira en torno a un acertijo, una historia que pauta el día a día del desarrollo de los tres personajes y que tiene a quienes leemos recogiendo, poco a poco, las piezas que recompongan la historia. Este proceso requiere, sin duda, paciencia, y paciencia es la que exhibe Eva para tomarse su revancha; no en vano, la vida no tiene nada que ofrecerle, más que días monótonos, tristes y vacíos de futuro. La novela está narrada en capítulos breves, alternando lo sucedido en 2002 con el momento actual, en que Eva recuerda, juzga y cuenta lo que está pasando en tiempo presente, de vuelta en el pueblo después de varios años de ausencia.

Eva visita su casa, donde sus padres, alcoholizados, duermen sin percatarse de su presencia, y evoca el destino triste de los hijos, que hubieron de sobrevivir sin apoyo y sin guía. El padre era un personaje singular que enseñó a Eva, niña, a hacer el lazo más adecuado para ahorcarse, estudiando peso, longitud y resistencia. La casa, aún más destartalada de lo que ella la recordaba, es un cascarón tan vacío como el de la tortuga de su infancia, que murió, deshidratada, en un cubo, rodeada de cinco personas, aislada cada una de ellas en sí misma.

El tiempo juega un papel importante, al estar vinculado, por un lado, a un rito iniciático y, por otro, al concepto de paciencia. Eva se recuerda con frecuencia el consuelo que supone que el tiempo no se detenga, pues los momentos de desesperación y de vergüenza se van "alejando de nosotros poco a poco". El tiempo es moroso en El deshielo y no siempre anima a seguir leyendo para descifrar el acertijo, descubrir qué papel juega la muerte del hermano de Pim o qué piensa hacer Eva con el gran cubo de hielo que transporta en el maletero de su coche cuando vuelve al pueblo, en pleno invierno y bajo la nieve. Como a bastantes primeras novelas, a El deshielo le sobran unos cuantos pasajes, no porque carezcan de interés, sino porque no añaden nada nuevo y desdibujan el eje de la narración.

La barra de hielo no es solamente el motivo que despierta nuestra curiosidad lectora, es también el subtexto que ensambla la narrativa y une el final con el inicio de la novela, la crisis de la adolescencia con el rito pertinente, la infancia de Eva con su relación filial, y es la que da sentido al título de la obra. La idea es ingeniosa, entre otras cosas porque el deshielo de una barra de hielo bajo temperaturas nocturnas glaciales es tan lento (de nuevo, la paciencia) que da lugar a largas reflexiones, a despedidas, a reafirmaciones y arrepentimientos.

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