La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Angela Carter, una Penélope literaria

La autora británica imagina, desteje y reescribe nuestras historias y la Historia en "Quemar las naves", la edición de sus cuentos completos

Angela Carter, una Penélope literaria

Este año 2017 que está casi a punto de cerrar lo hace con una estupenda noticia literaria: la publicación de los cuentos completos de Angela Carter, traducidos por R ubén Martín Giráldez y con una introducción de Salman Rushdie. Los cuentos corresponden a las cuatro colecciones publicadas entre 1974 y 1993, más seis cuentos sueltos escritos entre 1962 y 1981.

Angela Carter (1940-1992) fue una autora fundamental en la promoción y divulgación de la literatura escrita por mujeres, en una época, las décadas de los 1970 y 1980, en que las autoras podían ser aún fácilmente ignoradas, y ayudó a fundar la Editorial Virago, en Inglaterra, en 1973.

Autora de nueve novelas, todas traducidas al español, numerosas narraciones breves, poemas, libros infantiles y crítica literaria, Carter también tradujo, entre otros, los cuentos de Perrault al inglés. Dos de sus obras fueron llevadas al cine, adaptadas a guión por ella misma: En compañía de lobos, dirigida por Neil Jordan en 1984, y The Magic Toyshop, de David Wheatley, en 1987.

La obra de Carter ha sido considerada a menudo como "gótica", ya que roza los bordes de la ciencia ficción y de la literatura grotesca, y muchos de sus personajes ostentan características monstruosas, pues, en palabras de la propia autora, "el empleo de formas no realistas me permite escribir libremente sobre temas que me interesan, como el lenguaje y el sexo". En su introducción, Rushdie se refiere a la exuberancia de la lengua utilizada por Carter y al espectáculo que ofrece un Yo de ficción "perfumado, decadente, lánguido, erótico y perverso".

Con esta manera de narrar, Carter subvierte los estereotipos creados durante siglos por el lenguaje al uso y deconstruye los mitos e historias que sustentaron el imaginario cultural de occidente. Carter vuelve a pensar lo que ya estaba dicho y asentado, reinterpreta los signos, redistribuye los papeles sociales seculares y trastoca el orden establecido. El "silencio mágico del bosque susurrante" en un plácido atardecer de primavera puede esconder seres muy perturbadores, Caperucita Roja puede ahora ser tan amoral y salvaje como el Lobo Feroz y, sobre todo, sabe que ni es ni será comida de nadie, y la Bella y la esposa de Barbazul se dan cuenta a tiempo de su situación y son salvadas por sus madres, quienes abandonan la piel de dulces cuidadoras para convertirse en mujeres activas, decididas y audaces.

El título de la colección, "quemar las naves", hace alusión a los planteamientos críticos del momento en que Carter escribe y a las perspectivas feministas que estaban adquiriendo forma e ímpetu: había que borrar todas las trazas lingüísticas y sociales que pudieran significar un retroceso en el recién adquirido acceso a la palabra y al cambio de las mujeres occidentales.

El proceso era complejo. Angela Carter reconoció que la habían ayudado a encontrar su camino narrativo los dos años que vivió en Japón (1969-71), inmersa en una cultura muy distinta a aquella en que se había formado, imbuyéndose de las imágenes deformes y grotescas del cómic japonés y de las crueles soluciones de sus historias. Y, sobre todo, como apunta en la compilación de sus trabajos críticos y periodísticos (Nada es sagrado, 1982): "En Japón comprendí lo que significa ser mujer, y me radicalicé".

El resultado de las experiencias y de la evolución del autoconocimiento de Carter no solo alcanza a la reflexión sobre los cuentos maravillosos y su tradicional plan socializador de la infancia, reescritos en La cámara sangrienta (1979). En Venus negra (1985) imagina las vidas de personajes conocidos de la historia y la literatura, y en Fantasmas americanos y maravillas del viejo mundo (1993) trata los temas populares de los Estados Unidos y, de nuevo, los cuentos de hadas. Previamente, en 1974, había publicado Fuegos artificiales: nueve piezas profanas, donde inscribe su inspiración japonesa y las difíciles relaciones interpersonales entre culturas diferentes y entre diferentes modos de pensar.

En el epílogo a Fuegos artificiales, Angela Carter explica claramente su preferencia por el género literario del cuento: "La trayectoria limitada de la narración breve concentra su significado. Signo y sentido pueden fundirse hasta extremos imposibles de lograr entre las proliferantes ambigüedades de una narración extensa". No hay pérdida posible en la narrativa de esta autora; sus claves, abiertamente políticas, dirigidas a instar a repensar las certezas culturales de nuestro entorno, son notorias e ineludibles.

Compartir el artículo

stats