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Ilustrados / Cómic

Alfonso Zapico dibuja un gran reportaje sobre Euskadi

El historietista profundiza en la sociedad vasca bajo ETA a partir de un encuentro con Eduardo Madina y Fermín Muguruza

Alfonso Zapico dibuja un gran reportaje sobre Euskadi

Sin conflicto, no hay historia. Desde su inicial El profesor Bertenev (2006) hasta su inconclusa La balada del Norte (2015-2017) el historiador Alfonso Zapico (Blimea, 1981) presenta a sus personajes como seres pequeños en conflictos grandes.

En Los puentes de Moscú, sus personajes son de verdad: el político socialista Eduardo Madina, víctima de ETA, y el músico abertzale, Fermín Muguruza, líder de Kortatu. El conflicto es aquí y ahora, la España en la que ETA se ha disuelto, pero quedan puentes por tender y tardarán en ser tendidos porque la ingeniería trabaja ahora en la construcción del relato acerca de 50 años de sangre y miedo.

Zapico sabe moverse por zonas conflictivas también cuando el campo minado está en la finca propia. Le ayuda la bonhomía del humor suave con el que contempla y refleja la vida. Aquí también, pese a la carne herida. Los puentes... tiene edición en euskera, titulada Zubigileak (que construye puentes) propuesto por Muguruza.

El momento de llegada a las librerías no puede ser más oportuno pero el libro, que no habría sido posible hace 10 años, empezó a fraguarse en el primer día del invierno de 2016, en el barrio llamado "Moscú" de Irún. El político, que en su etapa de Juventudes Socialistas disfrutaba de la música de Kortatu y otros grupos del rock radical vasco, entrevistaba al músico para el magazine "Jot Down".

El dibujante asturiano asistió como reportero gráfico equipado con cuaderno de bosquejos y lápiz veloz. El resultado de Los puentes de Moscú es un gran reportaje (ese es el nombre del género) en historieta en el que se superponen la Historia con mayúscula, las historias personales, los momentos vitales y las anécdotas significativas.

Como "periodismo dibujado" (ya muy probado en revistas francesas y en Estados Unidos por el maltés Joe Sacco) Los puentes de Moscú ensancha el campo de la historieta que conquista territorio en nuevos artefactos gráficos.

Leído desde una perspectiva periodística, Zapico ha demostrado en todas sus obras que sabe seleccionar y jerarquizar la información. Quedó claro incluso en la espesura de Dublinés, la biografía del escritor James Joyce con la que ganó el Premio Nacional de Cómic 2012. En este gran reportaje, también.

El libro enseña su mecanismo de principio a fin. El relato, que está conducido por el personaje del propio Zapico, viaja en el tiempo desde 80 años atrás hasta hoy en varios episodios. Viaja en el espacio por Irún, Bilbao, Argelia, Barcelona, Montreal, México... lo que permite a los lectores disfrutar de su reconstrucción de ambientes, igual en páginas con escenarios minuciosos, que en viñetas de sketchbook donde entinta el lápiz sin embellecer.

En su viaje por el tiempo y el espacio Zapico conduce las 200 páginas con distintos ritmos pero siempre con circulación fluida y paisaje ameno.

La obra está narrada en off, con abundantes textos de apoyo escritos en un estilo natural y escueto. En consonancia, el dibujo es muy suelto e incluye algunos entintados impresionistas . La narración visual alterna primeros planos con planos generales y se alivia con secuencias de varias páginas, las más propias del cómic.

Todos los ríos separan; los de sangre, más. Los puentes unen una sociedad con dos márgenes. El libro cuenta encuentros de las dos riberas, desde los abuelos de Madina en la guerra civil hasta las pocas palabras que se cruzaron los protagonistas en el estreno de La pelota vasca, el documental de Julio Medem en el que participaron.

Para entender lo que une y lo que separa las orillas de sus dos protagonistas -que es la curiosidad que mueve cada página- Zapico busca las simetrías, los reflejos y las coincidencias. En Bilbao, ETA amputó media pierna izquierda de Madina con "Titadine", colocado en los bajos de su coche el 19 de febrero de 2002. En Barcelona, unos fascistas intentaron atentar contra Muguruza con una cloratita el 3 de marzo de 2001. A Madina "le coincidió" peor.

Cuando reúne suficiente información, Zapico se detiene en el capítulo "La trampa del absurdo", para reflexiona sobre la deformación de la realidad que producen los conflictos largos y constrictores, en los que la lógica se retuerce hasta que estrangula mortalmente la sindéresis.

Como buena historia vasca, en particular, y de fondo nacionalista, en general, acaba en una comida abundante y animada. Así nos lo enseñó Astérix. En ésta, el bardo no fue amordazado porque "Edu es de mucho preguntar y Fermín de mucho hablar".

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