Montmeló (Barcelona),

Andrés VELASCO,

enviado especial de

LA NUEVA ESPAÑA

Ver para creer. El montaje que trae consigo un Gran Premio de Fórmula 1 se puede considerar como un mundo aparte, un miniplaneta. Por su puesto, todo lo que rodea y compone esta atmósfera está fuera del alcance de muchos millones de personas. Gracias a la televisión la gente conoce a los pilotos de los equipos, los coches y pueden intuir la magnitud del paddock o el pit-lane. Pero todo es diferente a pie de pista.

Sólo unos pocos privilegiados tienen en sus manos un pase para acceder al paddock, el núcleo de todo este pequeño planeta. En él, cada equipo tiene su «motorhome», es decir, su casa, que se monta durante la semana de la carrera en cada circuito. Pero en el fondo, todo es de todos. No es extraño ver a los mecánicos, e incluso pilotos, de Renault en el espacio de BMW-Sauber, o al responsable de prensa de McLaren-Mercedes, Matt Bishop, ejercer como anfitrión de personal de Force India. Pero cada una de estas fortalezas esconde también los secretos de la escudería. Estrategias, comentarios sobre el rendimiento de los coches, comidas de los equipos y un sinfín de etcéteras que se envuelven en este pequeño gran universo.

Otra de las partes fundamentales de los grandes premios es el pit-lane, la capa visible, la tierra donde pilotos y mecánicos ponen toda la carne en el asador cada jornada. Y para que todo esté a punto para los entrenamientos y las carreras, decenas de mecánicos trabajan en el montaje de estos grandes garajes, poniendo especial hincapié en todos los detalles. En Ferrari colocan con mimo el semáforo que utilizan en lugar del famoso «lollipop», mientras que el equipo BMW-Sauber prepara las banderas de Alemania, Polonia, Suiza y Baviera, en honor de Nick Heidfeld, Robert Kubica, la casa Sauber y la casa BMW, respectivamente. Y éstas son solamente dos de las curiosidades que rodean este extravagante mundo, en el que todo está cuidado al detalle por todos y cada uno de los miembros que componen el Gran Circo.

Tanto la FIA como los equipos siguen un estricto horario. Ruedas de prensa, declaraciones para medios escritos, declaraciones para televisiones y radios; todo tiene su momento. Cada piloto tiene su propia agenda que cumple, salvo contadas excepciones, con exquisita regularidad. En la Fórmula 1 no hay lugar para la improvisación, pero la magia de este milimétrico universo es que esa chispa de emoción que lo hace tan especial la ponen los protagonistas, los pilotos, durante la carrera del domingo.