La atención del montañismo mundial se centró durante este mes de abril en el Annapurna, una montaña que normalmente no suele concitar demasiado interés tal vez por su peligrosidad y son escasos los alpinistas que intentan atacarla cada temporada. Pero este año, diversas circunstancias hicieron que las dos mujeres que pugnaban por completar en primer lugar los catorce "ochomiles" se dieran cita al pie de este coloso. Edurne Pasabán no había podido acudir al Shisha Pangma porque China impedía el acceso a montañeros extranjeros antes del mes de abril, y tuvo que cambiar de planes. De esta forma, al amparo de dos potentísimas expediciones, una patrocinada por el progama de RTVE "Al filo de lo imposible" y la otra por una televisión y el propio gobierno surcoreano, otros montañeros optaron por esta montaña. Todos o casi todos ellos, con un reconocido prestigio himalayista como es el caso del propio Juanito Oiarzábal, el hombre que más "ochomiles" ha ascendido -son 24 desde el martes-; el ruso Sergey Bogomolov que suma ya once; el médico asturiano Jorge Egocheaga, también con once desde el martes; el polaco Piotr Pustelnik que completó los catorce; el aragonés Carlos Pauner o el zamorano Martín Ramos que ha pasado aquí el ecuador en esta carrera hacia las catorce grandes cumbres.

Todo se había desarollado a pedir de boca hasta el martes. Edurne Pasabán había sido la primera con su equipo en una ascensión dura, por supuesto, pero muy limpia y que se completó en los mínimos plazos previstos gracias a que las condiciones meteorológicas acompañaron. Desde entonces y hasta el día 27 nadie había podido subir. La pasada semana se vivió en el campo base con una enorme tensión porque el buen tiempo no terminaba de llegar en los plazos que anunciaban las predicciones. Además se producían las, siempre dolorosas, renuncias de dos montañeros lesionados días antes en una avalancha que se había producido en el campo 3: el norteamericano Nick Rice y el catalán Xavi Arias. Pero el anuncio de buen tiempo para el martes 27 parecía creible y todas las expediciones decidieron salir hacia arriba. Debería ser una ascensión rápida porque la nieve y el viento regresarían el mismo miércoles. Todos los montañeros eran conscientes de este extremo que resultaría finalmente trágico pero ninguno dudó en afrontar la subida. Solo el ecuatoriano Quintero renunció y optó por subir solamente hasta el campo 3 porque su adaptación a la gran altitud no estaba todavía completada ni tampoco había terminado de equipar sus campamentos.

La expedición coreana de Oh Eun-sun salió un par de días antes desafiando al mal tiempo, pero esperaría por el resto de las cordadas para subir al c4 el lunes. Por detrás, Martín Ramos y Jorge Egocheaga decidían, en un alarde de condición física, realizar la ascensión de un tirón desde el base hasta el último campamento. Así en la madrugada del día 27 todos los montañeros iniciaron el ataque a la cumbre. Ramos y Egocheaga fueron los encargados de abrir huella en el tramo final, y por detrás les alcanzaría su amigo el rumano Horia Colibasanu. Y a las 10.00 de la mañana coronaban la cumbre. A continuación irían llegando el resto de las cordadas hasta completar 17 personas en lo más alto en una sola jornada, algo que no había ocurrido desde que en 1950 se hollase por primera vez esta cima himaláyica. Oh Eun-sun alcanzaba al medio día su objetivo y se convertía en la primera mujer en completar los catorce "ochomiles", el polaco Pustelnik entraba a engrosar la lista masculina, Kinga Baranowska se sumaba a la relación de mujeres con más grandes cumbres… Los últimos en llegar, en torno a las 15.00 horas, tardísimo para afrontar el regreso, fueron Juanito Oiarzábal, el zaragozano Carlos Pauner y el mallorquín Tolo Calafat.

Después de doce horas de exigente ascensión, lo más duro estaba por llegar en el descenso. Los más adelantados seguían siendo Martín Ramos y Jorge Egocheaga que meditaron descansar en el campo 4 pero no disponían de saco de dormir, lo que hubiera supuesto correr un serio riesgo y siguieron bajando hasta el c2 tras un enorme desgaste físico y la consiguiente deshidratación. Por detrás todos los montañeros fueron llegando como pudieron al refugio de las tiendas del campo 4 (7.200 metros). Oh Eun-sun, acompañada por los dos cámaras que retransmitieron en directo su ascensión y por otros tres sherpas, sufrió lo suyo pero los últimos en llegar fueron Juanito Oiarzábal y Carlos Pauner, con la típica ceguera que provocan las bajas temperaturas y congelaciones en los pies. Pero por detrás quedaba todavía por llegar Tolo Calaf, que se había retrasado, exhausto, y estaba acompañado por un sherpa que pasó la noche con él. Las condiciones meteorológicas eran extremas y el sherpa bajó al campo 4 a buscar ayuda por la mañana. Otro montañero nepalí volvió a subir con la última botella de oxígeno que quedaba pero ya no encontraría al montañero español que, durante la noche, perdió el contacto telefónico con sus compañeros.

Esta mañana se ha confirmado la noticia de la muerte de Calafat. Una víctima más a añadir a la larga lista que acumula ya el Annapurna, una lista en la que ocupa un lugar destacado Iñaik Sainz de Olza, el que fuera compañero inseparable de Carlos Pauner y al que el médico asturiano dedicó esta ascensión. En el plano positivo hay que apuntar, sin embargo, el brillante rescate que esta misma mañana han realizado los nuevos helicópteros que una empresa suiza ha desplazado al Himalaya. Juanio Oiarzábal y Carlos Pauner están ya a salvo en el campo base. De nuevo lo han pasado muy mal, pero otra vez podrán contarlo.

La muerte de Calafat volverá a poner sobre la mesa la eterna polémica sobre el himalayismo. ¿Merece cualquier cumbre del Himalaya o del Karakorum una sola lágrima de los hijos de Tolo?. Hoy todos estamos con esa familia que tendrá de forma obsesiva en sus mentes este dilema de difícil solución porque también esos niños hoy estarán enormemente orgullosos de su padre que se acordó de ellos cuando pronunicaba sus últimas palabras: "Por favor, subid a salvarme, por mi familia, por mis hijos…". Demasiado trágico, demasiado humano,… Pero la vida continuará en cuanto la nieve termine de cubrir el cuerpo de Tolo y otros montañeros seguirán marcándose retos: Pasaban quiere completar la carrera, Juanito busca ser el primer hombre en correrla en dos ocasiones, otros intentarán llegar a los catorce, los más osados buscarán vías más complicadas de ascensión a estos colosos del Himalaya.

Cada uno de ellos tendrá que buscarle una justificación a esta locura. ¿Serán capaces de encontrala?.