La herida era demasiado profunda para cicatrizar en apenas diez días. El Sporting necesita un buen resultado por múltiples razones, demasiado obvias la mayoría a tenor de la clasificación. Pero sobre todo necesita una victoria para creer. Para que la gente (dentro y fuera del vestuario) crea que sí, que es posible. Mientras tanto, a pesar de los avances de la semana, el equipo se desmorona a la mínima adversidad. El Sporting ha perdido la chispa y tiene el alma magullada, por eso asume los golpes con la naturalidad del maltratado, sin pensar siquiera en rebelarse contra la adversidad.

Durante la primera media hora, Iñaki Tejada reconoció sobre el césped al equipo que tiene en la cabeza. El Valencia dominaba, como es lógico por la evidente diferencia de potencial de las plantillas, pero la parada del partido la había hecho Guaita, exigido por un remate venenoso de De las Cuevas. El Sporting resistía y Juan Pablo disfrutaba de una tarde tirando a tranquila. Hasta el punto de que los primeros pitos al conjunto local se oyeron nítidos en la grada de Mestalla. Fue entonces cuando todo cambió.

El Sporting perdió un balón en la zona de tres cuartos y el Valencia montó una contra perfecta en apenas tres toques. Tino Costa encontró el espacio a la espalda de Lora y mandó un balón profundo para la incorporación de Mathieu, quien aprovechó un movimiento de Jordi Alba para sacar de sitio a Lora. El francés ganó la línea de fondo y puso un pase atrás para la llegada en carrera de Feghouli que conectó un misil directo a la línea de flotación rojiblanca.

El Sporting se hundió irremisiblemente. Para colmo, la lesión de Canella terminó de afectar a un equipo que nunca dio la sensación de poder reaccionar. Con una hora por delante, al Sporting le faltó ambición y sus futbolistas parecieron dar por buena una derrota honrosa, que al final no lo fue tanto por su propia apatía.

No hubo otra ocasión clara del Sporting hasta el minuto 88, ya con dos a cero en el marcador, cuando Colunga perdió un balón con todos los pronunciamientos para el gol. Ahí el Sporting tiró la toalla y dejó que el Valencia le golpease con crueldad en el tiempo añadido. A pesar de lo que digan, no es lo mismo perder de dos que perder de cuatro.