En el principio fue el verbo. Javier Clemente llegó a Mareo con el objetivo de convencer a todos los estamentos del Sporting de que la remontada es posible. Los que esperaban que el técnico vasco saliese con el látigo en su primer entrenamiento quedaron boquiabiertos por el despliegue de argumentos. Clemente convence por la palabra, aunque casi cuatrocientos aficionados estaban entregados de antemano. La sorpresa fue mayúscula al oír las primeras indicaciones del técnico de Baracaldo a sus futbolistas: «Tac-tac, tac-tac, tac-tac, devolver y jugar, de un lado a otro, al toque». Y la rendición ya fue completa.

A pesar de que Javier Clemente se reunió con sus futbolistas en la tarde del martes para no restarles tiempo a los entrenamientos, el inicio de la sesión de ayer, que estaba previsto para las 11 de la mañana, se retrasó 55 minutos. No hubo un reproche. Durante ese tiempo se vio acceder al edificio del vestuario, por separado, al vicepresidente, Antonio Veiga, y al todavía director deportivo, Emilio de Dios, quien no entró a la caseta en ningún momento. Cuando las puertas del vestuario se abrieron, los primeros en salir fueron Iñaki Tejada, Abelardo, Gerardo Ruiz y los porteros, que se dirigieron con paso decidido hacia al Pepe Ortiz, escenario del primer día de trabajo.

«Vas a obrar el milagro», le espetó un aficionado como bienvenida desde unas gradas superpobladas. Clemente mostró su lado más amable y bromeó con su cuerpo técnico, mientras Gerardo Ruiz dirigía el calentamiento, y en seguida se metió en faena, arengando, corrigiendo, colocando y marcando los tiempos a sus futbolistas.

Todo iba a pedir de boca hasta que Lora echó la mano al muslo y torció el gesto. Mala señal. El lateral se retiró y todo apunta a que sufre una rotura de fibras que le convierte en baja para el partido ante el Atlético y en duda para el duelo ante el Racing de Santander. No hubo ni un gesto de desconsuelo, Clemente siguió con el ejercicio que estaba realizando y mandó buscar a Alain, que se estaba entrenando con el filial unos campos más abajo. La ausencia de Lora se suma a los problemas de Canella e Iván Hernández, cuyo concurso es dudoso, y obliga a Javier Clemente a tomar su primera decisión con fondo. El de Baracaldo tendrá que improvisar una defensa.

El balón tuvo un protagonismo extraordinario en el primer entrenamiento de la era Clemente. Tras el consabido calentamiento, el técnico dividió a sus jugadores en dos equipos de doce futbolistas y dispuso varios ejercicios de evoluciones ofensivas, culminados con centros y remates. El entrenamiento culminó con un partidillo que el entrenador paró por completo en una ocasión. Clemente estuvo muy encima de sus futbolistas, con correcciones continuas, pero también con tiempo para las bromas. De entrada, ya ha conseguido ilusionar en Mareo.