La edad crítica, según parece, son los 15 años. Es ahí cuando la amenaza de los clubes poderosos se cierne sobre los mejores talentos, ante la impotencia de sus clubes de origen. La marcha del cadete del Sporting Manu García al Manchester City gracias a una oferta global irrechazable que incluye una importante apuesta económica, la posibilidad de integrarse en un club con una estructura gigantesca y una formación académica al más alto nivel de exclusividad, pone de manifiesto la situación de indefensión en la que se encuentran los clubes de cantera. Manu García no es el primero y no será el último. El Sporting no recibe ninguna compensación ya que el futbolista se va libre, tan sólo habrá derechos de formación si el City acaba haciéndole una ficha profesional al jugador o si lo incluye en algún traspaso que suponga un cambio de país.

La legislación determina que cualquier futbolista de base queda libre para elegir su destino cuando completa el primer año en cada categoría (benjamín, alevín, infantil y cadete). Lo normal es que los movimientos se hagan tras el primer año de cadete, que es cuando ya se aprecia el potencial de los jugadores y cuando sus clubes nodriza tienen la posibilidad de retenerlos durante unos años. Si el futbolista se queda, lo lógico es que firme su vinculación por el segundo año de cadete, los tres de juvenil y dos de aficionado, lo que da cierta tranquilidad a los equipos de cantera, que quedan protegidos contra el resto de equipos españoles, que se ven obligados a negociar. Esto no es así en el caso de los extranjeros, que pueden llevarse un jugador en cualquier momento de su formación. Incluso el Barcelona ha visto cómo se le marchaban varios de sus jóvenes talentos a la Premier.

Eso sí, los niños que se van al extranjero no pueden jugar hasta que cumplen los 16 años. Es el caso de Manu García, que sólo podrá entrenarse y jugar amistosos con el City hasta el próximo mes de enero, cuando cumple los 16. Esta especie de derecho de pernada con que cuentan los equipos extranjeros, particularmente los ingleses, hace que en ocasiones la presión sobre los padres sea enorme. Son decisiones difíciles de tomar, en las que muchas veces se mezclan sentimientos contradictorios. Por un lado, implican generalmente separarse del niño y dejar un equipo con el que se sienten muy identificados. A cambio, está el futuro del niño, en todos los órdenes. De hecho, la relación de Manu García y sus padres con el Sporting es y sigue siendo extraordinaria. El club lamenta la pérdida de un magnífico futbolista en el que todo el mundo ve la semilla de un crack.

Manu García juega en el equipo de Liga Nacional juvenil a pesar de ser cadete de primer año y su llegada al Manchester City está relacionada con la presencia allí de Txiki Beguiristain, quien ya tenía buenos informes sobre él de su etapa en el Barça. De hecho, el futbolista ya había rechazado sendas ofertas de Barcelona y Real Madrid. Su decisión en firme era seguir en el Sporting si se quedaba en España.

Manuel García Alonso (Oviedo, 2-1-98) jugó en el Astur antes de llegar a Mareo junto con el delantero Steven, un año mayor y otra de las perlas de la Escuela de Fútbol, en virtud de un convenio de colaboración entre ambos clubes. Manu juega de volante derecho y destaca por su capacidad para la organización y por su excelente definición en los últimos 30 metros. Tanto los técnicos de Mareo como los de la Federación Asturiana de Fútbol, en cuya selección territorial es uno de los fijos, alaban sus condiciones únicas y su potencial para convertirse en una estrella del balón. También se destaca su elevado grado de madurez, que no se corresponde con su edad.

El Sporting anda desde hace meses preocupado por proteger a sus futbolistas más jóvenes. El club ha logrado reunir una prometedora cosecha que está haciendo mucho ruido a escala nacional e internacional. Nunca había habido tantos internacionales por España en el fútbol de base como en el momento actual.

Esto ha hecho que muchos de ellos hayan sido pretendidos por los mejores clubes europeos. Álex Serrano, Álvaro Bustos, Borja López, Juan Muñiz, Steven y el central del filial Julio, que rechazó una oferta del Chelsea, son algunos de los jóvenes talentos a los que se ha podido retener en Mareo pese a tener suculentas ofertas. Es una apuesta decidida del club, que muchas veces acompaña el proyecto deportivo de una compensación económica para retener a los mejores futbolistas. No funcionó con Manu García, el primer cadete de primer año al que el Sporting le ofreció un contrato.

No fue el primero en dejar el Sporting. La temporada pasada Álvaro Fidalgo, también tras el primer año de cadete, dejó el Sporting para fichar por el Real Madrid, donde milita en su equipo cadete. Unos años antes, el portero maliayés Ricky emprendió el mismo camino. Tras unos años en la Fábrica, Ricky defiende ahora la portería del filial del Deportivo de La Coruña. Otro futbolista que dejó Mareo en sus primeros años de formación fue Manu Secades, quien emprendió un camino de ida y vuelta a Barcelona. Tras unos años en la Masía regresó al juvenil del Sporting y llegó a jugar en el filial. Esta temporada milita en el Navia, de Tercera División. No todos los que emprenden esta aventura consiguen triunfar.