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Nada que decir

La costumbre de los futbolistas de cortar su vínculo con la afición con cualquier excusa

Un periodista publicó que Ezequiel Lavezzi había fumado un porro en la concentración de la selección argentina y sus compañeros, tras apaciguar los ánimos de la hinchada con un 3-0 a Colombia, anunciaron que no harían declaraciones. Es decir, que pagaban todos los justos por un pecador, si es que no había base para tal acusación. Lavezzi anunció una querella contra el comunicador, pero a los internacionales argentinos no les parece suficiente con la vía judicial. Buscan cualquier excusa para librarse de lo que debería de ser una obligación para un futbolista profesional. Ya ocurre en las ligas norteamericanas más importantes, donde sus dirigentes entienden que no se puede cortar el hilo entre las estrellas y los consumidores. También la Premier League y la Liga de Campeones marcan unas pautas que conllevan castigos para quienes las incumplen. Mientras, en países como Argentina o España todo queda a expensas del buen humor de los futbolistas, los intereses comerciales de los clubes e incluso el afán de protagonismo de algunos jefes de prensa.

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