La Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) anunció ayer que el partido de vuelta de la final de la Copa Libertadores se jugará el 8 o 9 de diciembre fuera de Argentina y, de inmediato, al menos cinco países han aparecido como opciones (entre ellos Paraguay y Uruguay) pese al rechazo tajante del Boca Juniors y la amenaza de sus directivos de llevar el caso al TAS.

El presidente del Boca Juniors, Daniel Angelici, pidió a la Conmebol que el partido no se juegue, que el River Plate sea descalificado y, por tanto, que el título sea adjudicado a su club. "Esto se resuelve con goles", afirmó el presidente de Conmebol, el paraguayo Alejandro Domínguez, tras la reunión con los directivos de River Plate y Boca Juniors. La Conmebol descartó que se juegue en Argentina el partido, que debió cancelarse el sábado por el ataque al autobús del club xeneize.