A Berto Fernández le apodan "Laviana" por algo. El centrocampista del Avilés reside en el concejo y desde que juega en el Suárez Puerta se hace 400 kilómetros a la semana, entre los viajes de ida y los de vuelta, para jugar en la entidad blanquiazul. "Desde pequeño vivo por y para el fútbol", asegura.

Y no miente. No es el único sacrificio que el futbolista de 20 años ha hecho desde que fichó procedente del Tuilla. Estudia Administración y Dirección de Empresas en la Universidad de Oviedo y para poder compatibilizar los entrenamientos matutinos del equipo con sus estudios tuvo que pedir el cambio de turno a la tarde. "He apostado por esto. Veremos que pasa. Quiero ganar confianza y crecer. Además, entrenar me por las mañanas es mejor que por las tardes", afirma.

No es el único que viaja para jugar en el Avilés. Berto va desde Pola de Laviana hasta Riaño, donde se encuentra con el propio entrenador, Juanma Castañón, y su compañero Naranjo. "Nos alternamos para conducir y nos pagamos nuestros gastos", explica sobre este llamativo periplo, a los que hay que sumar los desplazamientos para estar en los partidos.

A pesar de todo, Berto Laviana es feliz en el Avilés. "Llevo dos semanas, pero se nota que hay buen rollo en el vestuario", dice. Tampoco es la primera vez que se ve en esta situación. Cuando jugaba en las categorías inferiores del Sporting también le tocaba moverse. "En alevines iba en autobús y ya en juveniles me acercaba mi padre", concreta.

Sobre la crisis de resultados -un punto de 15 posibles- Berto está tranquilo. "Te quema perder. Nadie quiere que eso pase. Pero estamos tranquilos, porque todavía tenemos un colchón con respecto al descenso", indica. Eso sí, a nadie se le escapa que el partido contra el Gijón Industrial es transcendental. "Es una final. Si sacamos un buen resultado cogemos mucho aire", cataloga.

Sobre su futuro, Berto tampoco tiene prisa. "Esto es un escaparate para mí, es la oportunidad de desarrollarme como futbolista, de coger confianza y que equipos de categorías superiores se fijen en mí. Es lo que todo jugador joven quiere", explica un futbolista que se recorre 400 kilómetros a la semana por su pasión.