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Cuentan cómo pasó

Quique Marigil y Pepe Acebal rememoran el último derbi con victoria del Sporting en el Carlos Tartiere, en octubre de 2001

Quique Marigil y Pepe Acebal, con las camisetas del Oviedo y el Sporting. LUISMA MURIAS

El pasado 28 de octubre se cumplieron 18 años desde la última victoria del Sporting en el Carlos Tartiere. Un dato tan frío como engañoso porque durante trece años los eternos rivales no se vieron las caras. Entonces, como ahora, en los banquillos se sentaban dos entrenadores asturianos. Fue un día inolvidable para Pepe Acebal (Gijón, 28-10-1953), que celebró su 48 cumpleaños con una victoria especial. Y un mal trago para Quique Marigil (Oviedo, 27-6-1961), que a aquellas alturas ya tenía que pelear con los problemas económicos del Oviedo.

"El primer día de pretemporada amanecimos con que Oli denunciaba al club", señala Marigil, elegido para gestionar una plantilla debilitada tras un descenso inesperado, después de trece temporadas en Primera. Por eso, cuando llegó el derbi no se sintió favorito: "Afrontamos la temporada como si no estuviese pasando nada, pero los jugadores son humanos y cuando no se cumplen los compromisos es difícil exigir".

El Sporting, en su cuarta campaña en Segunda, ya se había adaptado a las circunstancias. "Empecé con los profesionales, pero poco a poco fui subiendo a chavales que conocía del filial", apunta Acebal: "Me acuerdo de la alineación del Tartiere porque jugaron cinco del B: Pablo Amo, Samuel, Juan, Lozano, Villa y Pablo Álvarez. Y después salió Cobas".

Quique Marigil también sacó un equipo con gente de la casa (Esteban, Ángel, Boris, Amieva, Jaime, Rubén Reyes, Geni y Rubén), jugadores que sabían lo que era la rivalidad, pero el técnico destaca que "los que venían de fuera, como Onopko, Óscar y Nadj, estaban muy comprometidos".

Todos, en cualquier caso, sentían la presión de un derbi. "La gente no se puede abstraer de lo que pasa en la calle", señala Marigil. Lo confirma Acebal: "El día a día con la familia, los vecinos y ahora, encima, las redes sociales, te obligan a aislarte un poco. No me extraña que se cierren los entrenamientos, yo haría lo mismo. Hay que aislarse porque sino cuando llega el partido estás rayado".

Marigil sabía que el éxito pasaba por contrarrestar la inicipiente sociedad Lozano-Villa. "Lo teníamos claro, pero el primer gol llegó en el rechace de un córner", lamenta aún hoy el ovetense, que añade: "Sabía que podía pasar y se trataba de intentar que afectase lo menos posible". No lo consiguió y, tras el descanso, Villa hizo lo que temía. En la segunda vuelta, en El Molinón (0-0) le fue mejor: "Puse a un jugador por delante de la defensa para tapar la línea de pase a Lozano. Villa a la contra era letal".

Acebal supo explotar esa mina: "Aquel día nos salió todo bien pese a la expulsión de Dorado y el penalti con 0-1, que fallaron. Teníamos un equipo armadín, con dos guajes muy trabajadores en la media (Juan y Samuel), dos buenos extremos (Pablo Álvarez y David Pirri), Lozano en la mediapunta y Villa tirando desmarques de ruptura, siempre al límite del fuera de juego".

"Aquella victoria fue especial, claro, porque además era mi cumpleaños", recalca Acebal, que pese a la coincidencia no se permitió ningún exceso: "Lo celebré en casa, con la familia, que es la que lo aguanta todo. Después de tantos días de tensión, cuando acaba el partido te pega un bajón". No le quedaron ganas ni de ver el partido por televisión: "Nunca lo volví a ver entero, solo a cachos". Marigil comprende perfectamente a su colega: "Se me ponía un nudo en la garganta que no se me quitaba hasta el lunes, incluso cuando ganaba, porque siempre haces autocrítica".

El derbi tuvo secuelas para el Oviedo (derrota por 1-0 en Badajoz) y no relanzó al Sporting, que tardó cinco partidos en volver a ganar. "En Badajoz estuvimos mal, de los partidos más flojos de la temporada", asume Marigil, aunque insiste en que la clave de la temporada fue otra: "Faltando cinco partidos seguían los impagos y pedí al presidente que bajara al Requexón a dar explicaciones. Que no engañaran a los jugadores. Así fue y a partir de ahí todo cambió. Lógico cuando le dices a alguien que va a tener que trabajar sin cobrar".

El Sporting tampoco pudo luchar hasta el final por el ascenso, pero ahí Acebal solo expone argumentos deportivos: "En el partido de vuelta contra el Oviedo nos anularon un gol de Soto por un fuera de juego que no fue. Con esos dos puntos y otro partido hubiésemos empatado con el Recreativo y ascendido a Primera". Para Marigil también hubo un partido clave: "Contra el Atlético de Madrid, aquí, El Mono Burgos lo paró todo y perdimos. A partir de ahí la gente bajó los brazos y no volvimos a ganar".

Todo empeoró para el Oviedo y para Quique Marigil en aquel verano de 2002: "Al cambiar el presidente llamé a Manolo Lafuente y le dije que, aunque tenía contrato, no sería un obstáculo. Me dijo que no había ningún problema, pero a partir de ahí fue todo mal. Con la marcha de Onopko les advertí que había un jugador vital, Óscar Álvarez, pero lo dejaron marchar. A falta de una semana para empezar la Liga se fueron cuatro o cinco jugadores y trajeron a cinco o seis. Uno de ellos Engonga, que venía de entrenar solo. El primer partido, contra el Murcia, lo jugamos como si estuviésemos en pretemporada".

El 27 de octubre, tras empatar en casa frente al Almería, Quique Marigil pagó los platos rotos. Acebal había caído veinte días antes, con tres puntos en cinco jornadas. Desde entonces no habían coincidido dos entrenadores asturianos en el Oviedo y Sporting, que encaran otro derbi en crisis deportiva y con los dirigentes peleados. Marigil toma la palabra: "Yo creo que el problema del año pasado en El Molinón se podía haber tratado de otra forma por nuestra parte. Siempre tiene que haber alguien que dé el primer paso porque la crispación no lleva a ningún sitio". Acebal también quiere paz: "Son dos partidos que tenían que unir a la gente".

Sobre el futuro del Oviedo, Marigil avisa: "Cuando se empieza mal la Liga, no es nada fácil salir de ahí abajo, aunque tengas equipo y hagas las cosas bien. Ahí está el Dépor, con buenos jugadores, que no gana a nadie. Nosotros, por lo menos, estamos siendo competitivos y veo al equipo entero". Acebal no le da más vueltas: "Cuando no mantienes una regularidad pasa esto. La clasificación dice que, en ese aspecto, somos el 16º". Las apreturas se notan en los pronósticos. "Solo espero que ganemos, aunque sea en el último segundo", dice Acebal. "Yo apostaría por un 1-0, con gol de Ortuño", cierra Marigil.

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