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Ramón Gallego | Dimite como presidente de la Comisión de Reglas de Juego y Árbitros de la Fed. Internacional de Balonmano

Ramón Gallego, jefe de los jueces de balonmano: “Lo dejo, no puedo permitir que se dude de la honestidad de los árbitros”

“Me desvinculo del balonmano totalmente; no quiero que nadie pueda pensar que soy un corrupto”

Ramón Gallego, en San Lorenzo Juan Plaza

Ramón Gallego (Gijón, 1956) acaba de presentar su dimisión como Presidente de a Comisión de Reglas de Juego y Árbitros de la Federación Internacional de Balonmano (IHF), una dimisión motivada según sus propias palabras por “serias discrepancias con el el presidente de la Federación Internacional debido a sus interferencias en as nominaciones de los árbitros lo que aún es más importante cuando estamos a punto de comenzar los Juego Olímpicos”. Por tanto, Ramón Gallego no podrá acudir por a los que serían sus octavos Juegos, los que se celebran este verano en Tokio y que fueron aplazados por cullpa de la pandemia.

–¿Qué le ha llevado a tomar esta decisión?

–Entiendo que los árbitros de cualquier deporte tienen que ser independientes de cualquier presión política o presión externa ya tienen bastante con la que tienen deportivamente. Lo que no puedo tolerar es que haya una presión partiendo del propio presidente de la Federación Internacional, el egipcio Hassan Moustafa, que está intentando implantar criterios como que un árbitro no pueda pitar a países de un entorno cercano. Según ese criterio un árbitro nórdico no podría pitar a países nórdicos o un balcánico a países balcánicos, eso para mi eso es dudar de la honestidad arbitral y yo no puedo pasar por ello. Deben estar los mejores árbitros en los mejores eventos independientemente del género o la nacionalidad o de cuántos hay de cada país, sólo su calidad debería ser lo importante.

–¿Es una decisión meditada o fruto de algo que ha sucedido recientemente?

–Es algo que viene de atrás. Es muy difícil trabajar con este presidente, te lo puede decir cualquiera que conozca el balonmano de alto nivel. Los últimos cuatro años han sido muy difíciles para mí por eso porque está acostumbrado al ordeno y mando, sin hablar con nadie y sin llegar a acuerdos. La situación íbamos salvándola más o menos siempre defendiendo al los árbitros. Pero en el Mundial masculino del pasado mes de enero en Egipto en un partido entre Suecia y casualmente Egipto en el que pitaban árbitros noruegos pierde Egipto de uno y al día siguiente se desata una bronca. Una situación parecida se repitió en el torneo preolímpico femenino.

–¿Y además?

Lo siguiente fue que no me permitió la lista de árbitros que había presentado para los Juegos Olímpicos y hace como ocho días hubo una comunicación del Comité Ejecutivo que me borraba mi elección como Delegado Internacional en los Juegos de Tokyo. Se que estos días algunas personas han intentado una solución porque consideraban que esta situación era negativa para el balonmano pero no ha sido posible. Así que no me queda otra solución que presentar mi dimisión del cargo.

–Llama la atención que un egipcio lleve tantos años al frente de la Federación Internacional de Balonmano.

–Lleva 21 años, es “alta política” y él se sabe mover. En muchas elecciones ni siquiera tenía rival. Hay elecciones a finales de este año y lo normal es que se vuelva a presentar él solo. Eso es así, ¿por qué? no lo se.

–¿Queda por tanto desvinculado totalmente del balonmano?

–Si, totalmente, ahora solo estaba en el cargo de la IHF porque incluso hace poco había dejado de ser profesor de la escuela de entrenadores aunque esto fue por falta de tiempo. Así que puede decirse que desde este momento estoy totalmente desvinculado del balonmano.

–¿Es una decisión definitiva, no podría seguir vinculado a este deporte de alguna otra forma?

- Ahora mismo no. Ten en cuenta que contando solo desde que ascendí a árbitro internacional y luego en otros cargos llevo 36 años sin tener lo que se puede llamar una vida normal, estar en casa, con la familia. Por eso lo que planteo es poder hacer esa vida normal y abordar otras cosas que hasta ahora no he podido hacer. De momento nada, luego ya veremos lo que hacemos.

–Es una salida triste tras toda una vida dedicada a este deporte...

–Es la vida. Lo que no puedo permitir es que se dude de los árbitros, hay que apartar la más mínima duda sobre el trabajo de los árbitros. Hasta ahora he dormido cada noche y quiero seguir haciéndolo. Cuando mire a la cara a mis amigos no quiero que nadie pueda pensar que soy un corrupto. Hay que dar la cara cuando hay que darla y punto.

Ramón Gallego (Gijón, 1956) acaba de presentar su dimisión como presidente de la Comisión de Reglas de Juego y Árbitros de la Federación Internacional de Balonmano (IHF), una dimisión motivada, según sus propias palabras, por “serias discrepancias con el presidente de la Federación Internacional debido a sus interferencias en las nominaciones de los árbitros, lo que aún es más importante cuando estamos a punto de comenzar los Juego Olímpicos”. Por tanto, Ramón Gallego no podrá acudir a los que serían sus octavos Juegos, los que se celebran este verano en Tokio y que fueron aplazados por culpa de la pandemia.

–¿Qué le ha llevado a tomar esta decisión?

–Entiendo que los árbitros de cualquier deporte tienen que ser independientes de cualquier presión política o presión externa; ya tienen bastante con la que tienen deportivamente. Lo que no puedo tolerar es que haya una presión partiendo del propio presidente de la Federación Internacional, el egipcio Hassan Moustafa, que está intentando implantar criterios como que un árbitro no pueda pitar a países de un entorno cercano. Según ese criterio un árbitro nórdico no podría pitar a países nórdicos o un balcánico a países balcánicos, para mí eso es dudar de la honestidad arbitral y yo no puedo pasar por ello. Deben estar los mejores árbitros en los mejores eventos independientemente del género o la nacionalidad o de cuántos hay de cada país. Sólo su calidad debería ser lo importante.

–¿Es una decisión meditada o fruto de algo que ha sucedido recientemente?

–Es algo que viene de atrás. Es muy difícil trabajar con este presidente, lo puede corroborar cualquiera que conozca el balonmano de alto nivel. Los últimos cuatro años han sido muy difíciles para mí. Es un presidente que está acostumbrado al ordeno y mando, sin hablar con nadie y sin llegar a acuerdos. La situación íbamos salvándola más o menos, siempre defendiendo a los árbitros. Pero en el Mundial masculino del pasado mes de enero celebrado en Egipto, en un partido disputado entre Suecia y, casualmente, Egipto en el que pitaban árbitros noruegos pierde Egipto de uno y al día siguiente se desata una bronca. Una situación parecida se repitió en el torneo preolímpico femenino.

–¿Y además?

–Lo siguiente fue que no me dio el visto bueno a la lista de árbitros que había presentado para los Juegos Olímpicos. Y hace como ocho días hubo una comunicación del comité ejecutivo que borraba mi elección como delegado internacional en los Juegos de Tokio. Sé que estos días algunas personas han intentado buscar una solución porque consideraban que esta situación era negativa para el balonmano, pero no ha sido posible. Así que no me queda otra solución que presentar mi dimisión del cargo como presidente.

–Llama la atención que un egipcio lleve tantos años al frente de la Federación Internacional. de Balonmano

–Lleva 21 años, es “alta política” y él se sabe mover. En muchas elecciones ni siquiera tenía rival. Hay elecciones a finales de este año y lo normal es que se vuelva a presentar él solo. Eso es así. ¿Por qué? No lo sé.

–¿Queda por tanto desvinculado totalmente del balonmano?

–Sí, totalmente, ahora solo estaba en el cargo de la IHF porque incluso hace poco había dejado de ser profesor de la escuela de entrenadores, aunque esto fue por falta de tiempo. Así que puede decirse que desde este momento estoy totalmente desvinculado del balonmano.

–¿Es una decisión definitiva, no podría seguir vinculado a este deporte de alguna otra forma?

–Ahora mismo no. Hay que tener en cuenta que contando solo desde que ascendí a árbitro internacional, y luego en otros cargos, llevo 36 años sin tener lo que se puede llamar una vida normal: estar en casa, con la familia... Por eso lo que me planteo es poder hacer esa vida normal y abordar otras cosas que hasta ahora no he podido hacer. De momento nada, luego ya veremos lo que hacemos.

–Es una salida triste después de toda una vida dedicada al balonmano.

–Es la vida. Lo que no puedo permitir es que se dude de los árbitros, hay que apartar la más mínima duda sobre el trabajo de los árbitros. Hasta ahora he dormido cada noche y quiero seguir haciéndolo. Cuando mire a la cara a mis amigos no quiero que nadie pueda pensar que soy un corrupto. Hay que dar la cara cuando hay que darla y punto.

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