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Alberto Fernández - Halterófilo

“Tengo margen de mejora y puedo llegar a la élite, no está tan lejos”

“Las restricciones al deporte base ya están pasando factura a la halterofilia, cuesta que se animen las generaciones que vienen”

Alberto Fernández, en el Campeonato de Europa absoluto de 2018. | Morillas | MORILLAS

El accidentado 2020 no ha cambiado un ápice de la ambición de Alberto Fernández (Oviedo, 20 de noviembre de 1997) de alcanzar la élite de la halterofilia. Vinculado desde pequeño al Club San Mateo y volcado en el mundo del deporte, del que ha hecho su modo de vida montando un gimnasio, cree que su trabajo le puede llevar lejos, y en ello está a la espera de que se confirme el calendario de competiciones internacionales. En el horizonte, allá a lo lejos, reside la esperanza de ser olímpico.

–¿Muy frustrado por 2020?

–El año pasado fue una porquería. En febrero competimos en el primer campeonato a nivel nacional, la Copa de España, y después llegó el confinamiento, nos aplazaron todos los campeonatos. Entre ellos, el Europeo absoluto, que era en mayo. En agosto había otro campeonato, el de Europa sub-23, que iba a ser el último para mí por la edad y que fue aplazado hasta este año. Tenía posibilidades de medalla, la verdad es que fue una pena.

–¿Cómo llevó el confinamiento?

–Doy gracias de tener en casa un patio al que además pude llevar material, ya que tengo un gimnasio propio. Así que pude seguir entrenando de forma medianamente normal. Parte del entrenamiento no se vio alterado, al menos no demasiado. Pero sobre todo faltaban ganas porque yo soy de ir por ahí y desconectar, una burbuja en casa me quema muchísimo. Además, los deportistas funcionamos por objetivos, y no tenerlos te desmotiva.

–El año al menos terminó bien, con el título de campeón de España.

–Después de la concentración que tuvimos en León me hice un poco de daño en el hombro, así que acudí un poco fastidiado al Campeonato de España de noviembre, donde tiré lo mínimo, lo justo para no agravar la lesión y poder recuperar lo antes posible. Hemos trabajado con fisios y ahora estoy más o menos recuperado, aunque me falta volver a la rutina, porque todo esto de los gimnasios cerrados fue una desmotivación añadida.

–En su caso, además, el cierre afectó a su vida laboral, además de la deportiva.

–Efectivamente, llevo un gimnasio. Podíamos haber abierto el día 15, pero decidimos no hacerlo apresuradamente. Fuimos dando clases online, alquilando material... sobreviviendo. Decidimos abrir en enero, cuando la gente estuviese más animada a volver, y percibo que hay motivación. Todo el tema este de las restricciones es un poco estúpido porque no individualizan, no es lo mismo un gimnasio que una sala de pilates. En nuestro caso, estamos en una nave de mil metros cuadrados.

–Con todo esto, ¿el objetivo para este año es recuperar la normalidad?

–El objetivo es competir, sobre todo competir fuera, por lo que no pongo la mano en el fuego. Hay dos claves, una el Europeo absoluto, en teoría en abril pero para el que no hay fecha, y el Campeonato del Mundo a finales de noviembre. Para el Mundial no me clasifiqué. Y se supone que este año se van a hacer los Juegos de Tokio.

–¿Tiene esperanzas de ser olímpico a tan corto plazo?

–Es dificilísimo, sobre todo por el recorte de las plazas de halterofilia, que se van a reducir un cincuenta por ciento de 2016 a 2024. Para empezar, si no hay campeonatos no hay clasificación. Si el Europeo de abril no se realiza las plazas ya están cerradas. Tendría que hacer un resultado tremendo y ganar una medalla en el Europeo. De cara a los siguientes Juegos se tendrá en cuenta un ranking por puntos conseguidos en campeonatos internacionales.

–¿Y ahí hay opciones?

–Tengo mucho margen de mejora hasta llegar a los de 2024, que yo ya tendré 26 años. Ahora mismo no estoy en ningún centro deportivo como la Blume o el CAR de Sant Cugat, pero puedo dedicarle más tiempo, trabajar más la técnica con mi entrenador. Viendo cómo están las marcas ahora mismo, no estamos tan lejos de las marcas de los primeros. Sí de los top, pero de la élite nos separan diez o quince kilos.

–¿Qué momento atraviesa la halterofilia?

–Pues complicado. No es un deporte muy llamativo y cuesta que las generaciones que vienen se animen. Es verdad que hay más que cuando yo empecé, que con las redes sociales y la televisión se ha hablado más de ello, pero aun así… Las restricciones ya han pasado factura, ha quedado mucha gente sin entrenar, solo podían los federados, luego los de alto nivel... Los chicos tienen que entrenar, para ellos es un ratín de desconexión.

–¿Cómo valora la labor de su entrenador, Lodario Ramón?

–Es un entrenador de diez, estoy a gustísimo con él. Voy para quince años con él, todos los días dos horas o dos horas y media. Es como una referencia, siempre estuvo ahí y siempre estará.

–¿Qué le pide al Ayuntamiento de Oviedo?

–Recepciones como la que nos hicieron están muy bien, y estos años creo que se ha portado bien a la hora de aportar material y subvenciones. De todas formas, ya no hablo de recepciones individuales, pero sí me gustaría que tuviésemos un poco de voz individual, un buzón de sugerencias o similar.

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