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LA COLUMNA DEL LECTOR

El derbi visto por un recién llegado

En Asturias, pocas cosas hay tan sorprendentes para un recién llegado como la rivalidad de Sporting y Real Oviedo, o viceversa. Uno puede entender la rivalidad en un derbi madrileño, porque desde hace medio siglo tiene mucho que ver con la de pedir la hora ganando o aun perdiendo, preparar la celebración de una victoria que se cosechará en los tres últimos minutos, o, si quieren, la del pincho y caña contra solomillo y reserva de Rioja. Uno entiende mejor si cabe, la de River y Boca, dos equipos de un mismo barrio, de una provincia de 17 millones de habitantes. Pero el desprecio reciproco de las aficiones en el derbi asturiano extraña al visitante. Una comunidad autónoma de poco más de un millón de habitantes, semilla como ninguna de intelectuales de primer orden, y de emprendedores de verdad, es decir, empresarios que en momentos difíciles sacan dinero de la cuenta para pagar nóminas, y se entregan como ninguno (experiencia personal tengo) a sus amigos. Estos mismos asturianos admirables, que desde fuera parecen tener todo en común y nada que les separe, estos mismos, capaces de entonar juntos casi polifónicamente el "Asturias patria querida", sufren un ictus al finalizar con "la flor he de cogeeeer". Punto y se acabó, las aficiones se transforman en casas, bares (y antes del covid en el graderío) en seres irreconocibles. Ese orfeón polifónico que acaba de emocionar a propios y extraños con un himno que es patrimonio intelectual a ambos lados del charco, no solo de Asturias, de repente arremete contra el rival y la sinfonía coral se convierte en canturreo desafinado de pandilla regada con sidra tóxica por embotellada el último año que uno de los dos estuvo en Primera. En ambos lados, el doctor Jekyll se ha convertido en el señor Hide después de probar un licor que no es precisamente de guindas, sino una porción de collejas y bromas acumuladas después de derrota sufrida a lo largo de los más de cien partidos oficiales disputados. Lo siento, Asturias es para todos, y especialmente para mí, pero como diría Paco Martínez Soria, este derbi no es para mí.

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