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Víctor Rivera

En el tiempo añadido

Víctor Rivera

Partidazo con agravantes

La imagen valiente y ambiciosa del Sporting ante uno de los gallitos

En plena fase de desarrollo de los guajes, el Sporting de David Gallego gana cuerpo como aspirante a todo. Sirva la rabieta de Luis García Plaza como prueba de cargo, como confirmación de la superioridad rojiblanca ante uno de los equipos con más músculo deportivo y económico de la categoría. Cuando nadie se lo esperaba, el Sporting de los guajes (versión 2020-21) se ha consolidado como compañero de viaje de los tres descendidos. Sin fondo de compensación al descenso, sin Mareona ni fieles en el templo, sin apenas fichas profesionales, pero con un fútbol ambicioso, con un bloque sólido y salpicado de talento joven y, por encima de todo, hay que decirlo ya, con un entrenador de los que mejoran equipos. El Sporting, amigos, ha venido para quedarse en la zona alta de la tabla.

La gran pregunta ahora es si aguantará el ritmo. El Sporting ha formado un once estable que ya casi se recita de memoria en los colegios, pero cuenta apenas con un puñado de recambios de ciertas garantías. Vendrán mal dadas y echaremos de menos un fondo de armario mejor surtido, pero David Gallego ha demostrado tener respuestas para todo y se ha ganado un margen amplio de confianza. Incluso ha logrado rehabilitar a Saúl y Aitor, futbolistas que ya rechinan menos en la alineación titular.

Aunque su último movimiento estrella se produjo en el centro del campo. El entrenador catalán había detectado un poro, una fisura en la permeabilidad de su ensamblaje defensivo. Acostumbrados a resolver con parches estas carencias, sorprendió de entrada la propuesta de David Gallego. Cuando hay una crisis es fundamental acertar con el diagnóstico. A José Gragera aún le falta completar su maduración. A Javi Fuego el centro del campo se le hacía enorme. Y fue Gallego y los juntó, formando un doble pivote que mezcla bien, que sostiene al equipo y que lanza la fase ofensiva (que se dice ahora). Gragera se ve liberado de presión y Fuego respira aliviado y multiplica sus prestaciones. Parece sencillo, pero había que verlo.

No es un movimiento menor. Pedro Díaz, de rebote, adelanta su posición, gana llegada (ante el Mallorca tuvo varias ocasiones claras, de esas que ya entrarán), tiene último pase y su cañón se vuelve letal a media distancia. La del sierense es munición pesada y no fuegos de artificio como los que está usando Aitor. El único pero, siempre tiene que haber uno, es el exilio de Manu García a la banda derecha. Sus apariciones menudean, pero siguen siendo letales.

David Gallego también se está destapando como un entrenador de jugadores. Basta con ver a Uros Djurjevic convertido, ahora sí, en uno de los delanteros más imponentes de la categoría. Y no se trata solo de goles, que también, la aportación del serbio al rendimiento del equipo es mayúscula. No se admiten debates y se esperan rectificaciones. En caso de duda, pregunten a los centrales rivales. Hasta se ha templado su volcán interno.

El Sporting sólo ganó un punto en Mallorca a pesar de que firmó un partidazo con agravantes. La primera mitad fue la mejor del curso. El mérito añadido llega por comparación con ejercicios anteriores. De entrada, no se recuerda un Sporting tan valiente y ambicioso lejos de El Molinón; tampoco es frecuente para los rojiblancos zarandear así a uno de los gallitos de la categoría. Y la última novedad, es que este equipo si no gana, empata. Así, sí.

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