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Víctor Rivera

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Víctor Rivera

La opinión sobre uno de los nuevos valores del Sporting: hablemos de Guille Rosas

Sobre el crecimiento de un lateral derecho que viene a cubrir una carencia de muchos años

Son buenos tiempos para los guajes de Mareo. Son ciclos que se repiten con cierta frecuencia, siempre que las penurias económicas aprietan y los fichadores se ven limitados para ir de pesca en el feroz mercado. Al club no le queda otra para subsistir, que acudir a la huerta que tiene en Mareo y recoger unos productos frescos y de gran calidad, que siempre se dan bien, pero que a veces se marchitan sin que nadie los recolecte. Lo hace David Gallego, limitado de otros ingredientes para elaborar su guiso, que ya empieza a dar buen olorín.

La historia, por lo tanto, es conocida. Las novedades son varias. La principal es la confluencia de dos generaciones de enorme talento prácticamente seguidas. La del 98 (Manu, Pedro, Nacho…) y la “quinta del cole” (Guille, Gaspar, Gragera…). Mucho talento aún en desarrollo al que David Gallego está sabiendo dar protagonismo y sacar rendimiento. Los Guajes están arropados por una columna vertebral de máximas garantías: Mariño, Babin, Fuego y Djuka, que forman el esqueleto de un equipo ganador.

Se ha escrito mucho de esta camada de guajes, con la vista casi siempre dirigida a los talentosos Manu, Pedro o Grajera. Son futbolistas destacados y llamados a marcar la diferencia por la posición que ocupan y por sus condiciones futbolísticas. Hoy nos gustaría posar la mirada en uno de los que se han hecho importantes a base de un trabajo discreto y eficaz. Hablemos de Guille Rosas. El gijonés viene a resolver una carencia que ha tenido el Sporting en las últimas décadas. Desde la marcha de Arturo, Mareo no fue capaz de dar un lateral derecho de primer orden.

No es algo exclusivo del Sporting, de un tiempo a esta parte, se ha detectado una escasez general de futbolistas para esta demarcación y hasta los grandes han tenido un problema para cubrirla con garantías. Al contrario de lo que sucedía en el lateral izquierdo, donde los talentos llegaban incluso a solaparse en Mareo. La irrupción de Guille Rosas en el primer equipo del Sporting cobra aún más interés por la enorme trascendencia que tienen los laterales en el fútbol moderno y particularmente en el sistema de David Gallego. La ausencia de grandes especialistas en los extremos (la mayoría ahora juegan a pierna cambiada y parten de la banda en diagonales hacia el interior) convierte a los laterales en unos de los principales abastecedores de balones al área. Lo había hecho Saúl en varias ocasiones y ahora se suma Guille Rosas.

El lateral gijonés partía este curso como teórico suplente de Bogdan Milovanov y no se descartaba que fuese unos de esos futbolistas en dinámica de entrenamientos del primer equipo, pero que pudieran jugar habitualmente en el filial. Gallego supo ver sus posibilidades y pronto le comió la tostada al ucraniano. Hasta la fecha, el gijonés había conmovido por su pundonor defensivo que le hacía neutralizar a rivales con mucha más experiencia y hasta con mejores condiciones físicas. Sus aventuras ofensivas eran más prometedoras que eficaces. Hasta que ante el Málaga se volvieron definitivas.

La asistencia de Guille Rosas y los dos quiebros con los que se quitó de encima a los defensas fueron el broche a una jugada colectiva digna de un equipo grande. El Sporting se armó de paciencia, tuvo casi un minuto de posesión consecutiva, con casi veinte pases y con la participación directa de nueve futbolistas y un movimiento de arrastre de Cumic, uno de los jugadores que no tocó el balón pero despejó el camino. Quizá el mejor gol del Sporting este curso. El décimo sexto de Djuka acerca al serbio al “pichichi” y al Sporting al play- off.

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