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Antonio Rico

Fútbol es fútbol

Antonio Rico

¡Oh, despiadada deflexión de la luz!

El Clásico. Otra vez. Abandonemos toda esperanza de que los partidos Osasuna-Granada y Betis-Rayo Vallecano sean algo más que lágrimas en la lluvia en una jornada dominada por la masa de un Barça-Real Madrid. Es inevitable que en esta jornada de Liga con Clásico en el Camp Nou Osasuna y Rayo Vallecano vivan sin vivir en nosotros porque estamos ante una ley de la física futbolística con la que es imposible luchar. En un capítulo de la serie “Big Bang”, Sheldon y Leonard intentan (con poco éxito) subir un enorme paquete por las escaleras de su edificio, y cuando los dos físicos intentan resolver el problema de cómo un objeto tan voluminoso puede girar en la esquina, el paquete se desliza hasta regresar a su posición original. Sheldon, siempre tan exacto, resume la situación con esta frase: “¡Oh, gravedad, ramera despiadada!”. La enorme masa del “Clásico”, que es como ahora todo el mundo ha decidido llamar al partido Barça-Real Madrid, curva la trayectoria de la luz procedente de una estrella lejana como Osasuna o Rayo Vallecano, de forma que la posición aparente de estas estrellas difiere de la que ocupan en realidad. Porque, amigos futboleros, Osasuna y Rayo Vallecano están muy arriba en la clasificación, pero la curvatura espacio-tiempo en las proximidades del Clásico hace que sus rayos de luz futbolística se tuerzan y, vista desde un observador imparcial, aparezca desplazada. Como Sheldon Cooper, no tenemos otro remedio que poner cara de circunstancias, bajar los brazos y decir: “¡Oh, deflexión de la luz, ramera despiadada!”.

El fenómeno de la deflexión de la luz ha sido observado experimentalmente muchas veces, y siempre se ha ajustado a las predicciones de la relatividad general de Einstein. El fenómeno de la deflexión de la luz en la Liga ha sido observado experimentalmente muchísimas veces, y siempre se ha ajustado a las predicciones de la relatividad general futbolística como el uniforme de Spiderman se ajusta al cuerpo de Peter Parker o las canciones de los “Beatles” se ajustan a la vida. No le demos más vueltas. Es así, y luchar contra este hecho tan tozudo en el fútbol es tan absurdo como luchar contra la gravedad en las escaleras del edificio de Sheldon y Leonard. El universo y el fútbol no tienen sentimientos. Los físicos y los futboleros, sí. La gravedad no siente pena por la desolación de Sheldon y Leonard en su intento de subir una caja en un edificio sin ascensor hasta el piso de Penny. La deflexión de la luz no se inmuta ante el conmovedor intento de Osasuna y Rayo Vallecano de asaltar los cielos del fútbol. Como el desagradable señor Potter en la película “¡Qué bello es vivir!”, la gravedad y la deflexión de la luz podrían decir que regentan un negocio, no una institución de caridad.

Las leyes de la naturaleza no son arrogantes. Son leyes. El negocio del segundo principio de la termodinámica consiste en mantener que la cantidad de entropía del universo tiende a incrementarse con el tiempo, con independencia de si a Leonard le gusta Penny o si el Rayo Vallecano aspira a jugar la temporada que viene la Liga de Campeones. Los paquetes no suben solos las escaleras. Osasuna no puede luchar contra su posición aparente mientras exista la curvatura espacio-tiempo en las proximidades de un Barça-Real Madrid. La Liga, como el banco del señor Potter, es un negocio, no una institución de caridad. Pero qué bonito sería que Osasuna y Rayo Vallecano asaltaran los cielos y destrozaran la deflexión de la luz. ¡Oh, Clásico, ramera despiadada!

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