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ANÁLISIS

José María Álvarez, el peor aliado de Pedro Sánchez

La elección del nuevo secretario general de UGT

José María Álvarez, el peor aliado de Pedro Sánchez

El líder del PSOE, Pedro Sánchez, había anunciado a la dirección de UGT que asistiría al acto de clausura del XLII Congreso del sindicato. No era un acto menor. Se proclamaba al sustituto de Cándido Méndez, que había estado 22 años al frente de una organización que ha mantenido históricos lazos con el PSOE. Sin embargo, Sánchez no apareció en el complejo Duques de Pastrana de Madrid. Allí tomó las riendas del sindicato un asturiano, José María Álvarez, "rebautizado" como Josep María tras más de 40 años en Cataluña, a donde emigró para canjear por un trabajo su diploma de chapista obtenido en Noreña. Sánchez excusó su ausencia por razones personales, según fuentes del partido socialista. ¿Habría asistido si el ganador del Congreso, conocido la madrugada antes, hubiera sido Miguel Ángel Cilleros, el candidato respaldado por la anterior ejecutiva?.

Lo que menos le hacía falta ahora a Sánchez es que al frente del "sindicato hermano" esté un veterano de la federación del metal alejado de los nuevos cánones de renovación, con un acentuado discurso político de clase, miembro del PSC y, sobre todo, firme defensor del derecho a decidir en Cataluña. El líder del PSOE -que presionado por los barones del partido sólo le ha dado la mano a Ciudadanos porque consideran que Podemos está al otro lado de la línea roja de la unidad de España- tiene ahora una nueva piedra en el zapato. La defensa del derecho a decidir en Cataluña se ha impuesto en UGT, organización de la que históricamente se ha nutrido el partido socialista. Las grietas que los barones del PSOE querían evitar a toda costa, surgen ahora desde los mismos cimientos.

El Congreso del sindicato casi se convirtió en un referéndum sobre Cataluña y no por voluntad de José María Álvarez. A ello contribuyó sobre todo Cándido Méndez, que para defender veladamente a Miguel Ángel Cilleros (en cuya lista estaban miembros de la antigua ejecutiva como el "número dos" Toni Ferrer) lanzó varios dardos contra el derecho a decidir, incluso en su discurso de despedida. Álvarez afirmaba una y otra vez que ese no era el debate importante del Congreso, pero tras conocerse los resultados de la votación, en sus primeras declaraciones como secretario general del sindicato, exclamó que "UGT es la primera organización estatal donde la catalanofobia no funciona".

La polarización generada por el debate catalán también esté en el fondo de la falta de acuerdo para cerrar una lista única que evitara llegar a una votación. Al final, la candidatura encabezada por Álvarez se impuso por sólo 17 votos de diferencia. Logró el 51,1% de los sufragios frente al 48,9% cosechado por Cilleros. Una mínima diferencia que alienta el temor a una ruptura interna en la organización en un momento delicado por la caída de afiliación.

Las discrepancias con el sector de Cilleros, vinculado a la anterior ejecutiva, también son de percepción del momento político. Hace una semana, Cándido Méndez afirmaba que "Ciudadanos es uno de los partidos del cambio". No se mostraba partidario de sus políticas, pero al menos sí lo consideraba un elemento de transformación para abrir la puerta a un nuevo gobierno en España. La postura de José María Álvarez parece que es otra. En el discurso de clausura del congreso de UGT afirmó que los pactos de Gobierno le importan "relativamente". Eso sí, a renglón seguido afirmó que "la mayoría de izquierdas debe dar respuesta a los problemas de los ciudadanos" y que "deben de dejarse de tonterías". "Hay una mayoría de izquierdas que se ha comprometido a derogar la reforma laboral, ¿por qué no se empieza por ahí?", preguntó Álvarez.

Pedro Sánchez no estaba en el auditorio ni para dar una respuesta, ni para esquivar ese misil contra el pacto del PSOE con Ciudadanos al que le han empujado los barones de su partido, ni tan siquiera para escuchar un discurso en el que el nuevo líder de UGT sólo alzó la voz para lanzar críticas al capital y a los poderosos por "maltratar" a los sindicatos.

En su primera intervención pública como secretario general, Álvarez pasó de puntillas sobre los escándalos que han erosionado la imagen del sindicato. No hubo referencias directas a los ERE de Andalucía, a los cursos de formación, ni la fortuna oculta de José Ángel Fernández Villa, el todopoderoso líder del SOMA-FITAG-UGT con el que Álvarez mantenía amistad. El nuevo dirigente de UGT se limitó a afirmar que el sindicato "no estaba preparado para convivir con esas situaciones" y a prometer "transparencia" en el uso de fondos públicos. La candidatura de Álvarez tuvo los mayores respaldos en Cataluña y en Andalucía, epicentro esta última comunidad de los casos de corrupción. "¡Orgullosos de UGT de Andalucía!", exclamó como colofón a su primer discurso como dirigente de UGT y ante de abrazar a Carmen Castilla, secretaria general del sindicato en Andalucía.

Dispuesto a hacerle el juego a Junts Pel Sí, convertido en francotirador contra el pacto con Ciudadanos y sin aparente celo en la lucha contra la corrupción, José María Álvarez parece el peor aliado de Pedro Sánchez.

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