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La fábrica de la marea amarilla

Un taller de serigrafía avilesino, propiedad del amigo de un trabajador de Alcoa, hace las populares camisetas contra el cierre y ya lleva 1.500

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Así es el taller donde se imprimen las camisetas de apoyo a Alcoa

La fábrica de la marea amarilla está en un bajo recóndito del barrio avilesino de Versalles. Del estudio de serigrafía de Antuá Rosas han salido en las últimas semanas 1.500 camisetas, el símbolo contra el cierre de la factoría de Alcoa. El teléfono no deja de sonar. La prenda se ha convertido en la enseña de la lucha por la continuidad de la industria aluminera, en el grito asturiano contra la deslocalización de las multinacionales. Eso simboliza la flor que se deshoja en el dorsal de la camiseta diseñada por el comité de la planta local. El primer pétalo que se desprende es Alcoa. Los siguientes pueden ser Asturiana de Zinc, Arcelor-Mittal... cualquiera. Y "Asturias no se lo merece".

El avilesino Juan José Fuentes tiene 38 años y trabaja para Alcoa desde hace 12. Poco después de que su empresa soltase la bomba del cierre, el 17 de octubre, recibió la llamada de su amigo Antuá. "Me dijo que me había hecho 50 camisetas amarillas contra el cierre de Alcoa, para que las regalase entre mi gente. Fue un detallazo, nos conocemos del gimnasio", explica el aluminero.

Los trabajadores de San Balandrán ya vistieron las camisetas con el lema "Alcoa no se cierra" durante las protestas de 2014. Querían identificar el problema de la energía con un color y se decantaron por el amarillo: "Llama mucho la atención". Juan José Fuentes percibió inmediatamente que el corazón de la marea amarilla empezaba a latir de nuevo aquel aciago 17 de octubre. "Enseguida, la gente empezó a preguntar por Facebook cómo se podían conseguir las camisetas. Hablé con el comité y les conté el detalle que había tenido conmigo Antuá", prosigue el aluminero.

Fue entonces cuando Alberto Grijalbo, uno de los representantes de los trabajadores de San Balandrán, contactó con Antuá. Primero, para agradecerle el detalle. Después, para hacerle un encargo: vestir a la marea amarilla que tomaría las calles de Avilés en la manifestación del 8-N. "Yo había hecho las primeras camisetas con el símbolo de peligro y el logo por la parte delantera. Me pidieron ilustrar también la espalda y tenían la idea muy clara: un mapa de Asturias, una foto de la fábrica, una flor perdiendo pétalos (símbolo de la desindustrialización) y la frase de Asturias no lo merece", relata Rosas.

De su taller ya han salido 1.500 camisetas fabricadas a contra reloj. Para cumplir el plazo de entrega estuvo serigrafiando prendas durante casi 24 horas seguidas. "Fue impresionante ver en la manifestación a toda esa gente con las camisetas puestas, a niños con la talla XL hasta los pies", explica Rosas. Él mismo, junto con otros cuarenta vecinos, salió pancarta en mano de Versalles el pasado día 8 hacia la plaza del Vaticano de Avilés, donde comenzó la histórica manifestación del jueves, el último hito de la marea amarilla. "Todo el mundo está volcado. En el bazar chino donde compramos los globos y silbatos nos hicieron un descuento del 60%. 'Si cierran también me afecta a mí', nos decían", prosigue el avilesino.

Los encargos no paran de llegar. Las últimas diez camisetas serigrafiadas saldrán hacia Campo de Caso. En la tienda de lencería y corsetería de El Parche donde se venden acaban de recibir una nueva remesa. El teléfono de Antuá Rosas no para de sonar. Él está deseando recibir una llamada: "Lo que más quiero es descolgar, que sean los trabajadores del comité y que me digan que ya no necesitan ni una camiseta más. Solo espero por esa llamada y poder deshacer las planchas".

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