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Los partidos mantienen la incertidumbre sobre los pactos

La fragmentación del voto obliga a los partidos, tradicionales y emergentes, a sentarse a negociar tras el 20-D y buscar los caminos que faciliten la gobernabilidad del país

Los partidos mantienen la incertidumbre sobre los pactos

Se acabaron los tiempos del electoralismo. Ha llegado la hora del pactismo. No hay otra solución. Según todas las encuestas, no es momento de soñar con mayorías absolutas, ni tan siquiera de acercarse a ellas por ninguna de las fuerzas políticas que concurren a las elecciones de mañana. Lo que toca ahora, con el bipartidismo, PP y PSOE, claramente a la baja tras las irrupción de los partidos emergentes, Podemos y Ciudadanos, es negociar; llegar a acuerdos, del tipo que sean, para facilitar la gobernabilidad de España. No va a ser fácil, pero los políticos, sobre todo los de la nueva escuela, los que llegan con la vitola de rompedores, están obligados a ello. Eso, o repetir el modelo catalán, que lleva desde septiembre con un Ejecutivo en funciones a causa de la incapacidad de sus parlamentarios para elegir un presidente.

Lo que menos necesita España en estos momentos es entrar en un periodo de inestabilidad política. Para que ello no ocurra es imprescindible que las cuatro formaciones que presumiblemente contarán con grupos parlamentarios fuertes en el Congreso pongan por delante de sus intereses partidistas los del país. Olvidarse del electoralismo lo tienen más fácil ahora, ya que con los comicios de mañana se pone fin a un año y medio de constantes llamadas a las urnas, desde las elecciones europeas del pasado año a las autonómicas y municipales de mayo pasado, pasando por las andaluzas y las catalanas. Tras el test de mañana todos los partidos deberán asentarse y asumir sus nuevas atribuciones.

Todo hace indicar que el partido bisagra tras el 20-D va a ser Ciudadanos. Su líder, Albert Rivera, despejó ayer, por fin, las dudas sobre cómo actuará su grupo una vez que se conozcan los resultados electorales. Que la formación naranja gane no lo contempla ningún estudio demoscópico. Rivera ha dicho que si no es el candidato más votado no aspirará, en ningún caso, a ser presidente del Ejecutivo. Lo que hará, según explicó, es facilitar que gobierne el partido más respaldado, siempre que éste no sea Podemos. Es lo que ya ha hecho Ciudadanos en Andalucía, en donde permitió que los socialistas ostenten el poder, o en Madrid, comunidad en la que dio vía libre a un gabinete popular.

Es decir, que Ciudadanos, probablemente más por pasiva que por activa, posibilitará que el PP gobierne si gana, como pronostican todas las encuestas, o que lo haga el PSOE, si es que da la sorpresa y es el partido con más respaldo en las urnas.

Pero, evidentemente, ésta no es la única opción de gobierno posible. Si nos atenemos a los temores del PP, no es descartable un Ejecutivo de izquierdas, en el que tuvieran cabida PSOE, Podemos, IU e incluso alguna formación nacionalista. No es algo sencillo, ni mucho menos. Fundamentalmente, porque Pablo Iglesias ya dijo que sólo negociará con los socialistas si es para ser él presidente y la división en el PSOE por un eventual acercamiento al partido morado es total.

Descartar completamente algún acuerdo entre el PP y el PSOE no es realista, por mucho que lo hayan rechazado reiteradamente ambos partidos. No es ni práctico ni pertinente cerrar ninguna puerta a la gobernabilidad cuando se desconoce cómo se repartirán los escaños en las nuevas Cortes.

Habrá que ver cómo los resultados de las elecciones de mañana y las futuras negociaciones y posibles pactos entre los diversos partidos afectan a la vida política asturiana, en donde el PSOE gobierna con un apoyo parlamentario excesivamente frágil (sólo 14 de los 45 diputados regionales son socialistas).

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