Las actividades extraescolares son un estímulo y refuerzo educativo para los alumnos, quienes alargan su jornada escolar con la intención de desconectar de la rutina y disfrutar de sus aficiones. Las hay para todos los gustos y de distinta naturaleza: fútbol, gimnasia rítmica, baile, música o robótica, entre otras.

A la hora de decidir en qué actividad pueden inscribirse los niños, los padres deben observarlos, conocer sus preferencias y necesidad, tener en cuenta su edad así como los horarios. El objetivo es que la extraescolar sea enriquecedora y que permita tanto jugar como descansar, que cautive, que despeje del ajetreo diario y, lo fundamental, que divierta. Sin olvidar que también puede servir para que mejore en alguna carencia o faceta que tiene que trabajar más.

En este sentido, las extraescolares se dividen en distintas especialidades: deportivas (baloncesto, atletismo), creativas (teatro, artes gráficas) y académicas (idiomas, matemáticas). Todas presentan una serie de beneficios, como el trabajo en equipo, la socialización, un aumento de la confianza en sí mismos, la organización y planificación, una mejora de la salud física y emocional, aprendizaje de otras formas de expresarse en el caso de las disciplinas artísticas o refuerzo de sus conocimientos si acude a actividades de apoyo.

El campo de la tecnología ha despertado un gran interés en los últimos tiempos, principalmente las ramas de la robótica, programación, creación de videojuegos, impresión 3D o manejo de drones, que fomentan el desarrollo de las competencias, habilidades y valores.

En el caso de la robótica, los participantes aprenden a diseñar y construir robots de diversa complejidad, en función de la edad y conocimientos. Les despierta la curiosidad al tener que enfrentarse al reto de montar proyectos en los que tienen que valerse de unas piezas determinadas y su imaginación. También se familiarizan con la informática, mecánica o electrónica, al aplicar la teoría a la práctica y ver las múltiples posibilidades que posee la tecnología. A su vez, tratan de buscar una solución a los procedimientos que ejecutan y ver si funcionan, junto al resto de sus compañeros, puesto que los robots son el resultado de un trabajo cooperativo.

La enseñanza de algún idioma, preferentemente inglés, es un clásico y, al mismo tiempo, un imprescindible. Los padres saben que dominar la lengua de Shakespeare es fundamental para acceder al mercado laboral y mejorar una vez dentro, así como desenvolverse con personas extranjeras o en los viajes internacionales, dado que se ha convertido en el idioma vehicular a nivel global. El francés, el alemán y el italiano les siguen de cerca por la coyuntura actual; el chino pisa fuerte.

Conviene asimismo destacar que las actividades extraescolares relacionadas con la música siguen teniendo una fuerte aceptación entre los alumnos, quienes se empapan de las numerosas ventajas que aportan. Se trata de una formación que favorece el desarrollo del lenguaje, el razonamiento y la memorización, así como la coordinación con instrumentos al requerir movimientos de manos, brazos y pies de forma simultánea. A esto se suma que los estudiantes trabajan, junto a sus compañeros, hacia un objetivo común para interpretar las partituras de forma simultánea, de ahí que deban colaborar con los demás, mejorando sus capacidades de comunicación.

La conciliación familiar, en determinados casos, obliga a apuntar a los hijos a cursos extraescolares, bien para que los niños estén ocupados, según las necesidades y las posibilidades de las familias, o bien porque los padres consideran beneficioso que acudan a clases que mejoren su capacidad intelectual o creativa, o practiquen un deporte que favorezca su desarrollo físico.