Daniel Ordás Menéndez. Miembro del Partido Socialdemócrata suizo y presidente de los empresarios españoles en el país alpino

España necesita las listas abiertas y la democracia directa que reclaman los seguidores del movimiento del 15-M, afirma Daniel Ordás Menéndez, presidente de un prestigioso bufete de abogados en Suiza, militante del Partido Socialdemócrata, ex integrante del comité federal del PSOE y fundador y presidente de la Federación de Empresarios y Autónomos Españoles en el país alpino.

Atento observador de la marea de los «indignados», este hijo de asturianos de Cangas del Narcea, 36 años, casado, tres hijos y licenciado en Derecho por la Universidad de Basilea, ciudad donde reside, es un firme defensor de las bondades de la democracia directa, que los suizos ejercitan al amparo de la Constitución de 1848. Ordás sostiene que con ella «no vale la chulería de la mayoría absoluta» y aclara que «el referéndum es un arma disuasoria» que «propicia el consenso» y apenas hace falta usar.

A través de la comuna, el cantón y la confederación, los suizos tienen derecho, previa recogida de 50.000 firmas en cien días, a aprobar en referéndum una iniciativa contra una ley del Parlamento en una votación por mayoría simple. Ocho cantones también pueden someter a consulta alguna norma federal. Y con 100.000 firmas en ocho meses se lleva a las urnas una enmienda constitucional. En este caso se precisa una mayoría doble del voto nacional y del cantonal. Éste es a grandes rasgos el mecanismo en Suiza de la democracia directa que los «indignados» exigen ahora en España.

-Me resulta extraño que el debate sobre la democracia directa impulsado por el movimiento del 15-M no tenga mayor presencia en los foros sociales y políticos. Es raro que tanto en Asturias como en España no se celebren más conferencias sobre este asunto.

-¿De dónde viene un sistema implantado en Suiza y California?

-Antes de 1848, los suizos ya tenían sistemas de democracia directa. Esta tierra era como Asturias. Los romanos la dejaron de la mano de Dios y la gente se administraba mediante concejos y eso es lo que la convierte en un Estado distinto en Europa. Aquí, tú no eres el administrado, eres el jefe de la empresa y el funcionario te debe un trato y un servicio. En este país son ultraliberales y a la vez ultracomunitarios. Esto hace de Suiza el más grande Kibutz del mundo.

-¿La gente siente y ejerce su poder?

-Los suizos no se fían de casi nadie y creen que el Estado es suyo. Se nota en el trato a los gobernantes. De hecho no hay un general y sólo en caso de guerra el Parlamento elige uno, aunque todo el mundo va al curso anual del Ejército. El Ejecutivo lo forman siete ministros del mismo rango y cada doce meses van rotando en la Presidencia del consejo federal.

-¿Qué se debe adaptar en España del modelo suizo?

-La democracia directa es excelente, aunque tiene sus riesgos. De Suiza se puede aprender mucho, pero no sé si España está preparada para abrir el debate sobre un nuevo modelo de Estado tan necesitado de reformas. Cuesta entender que haya comunidades con más derechos unas que otras por un desigual reparto de competencias, que unas regiones tengan Policía autonómica y otras, como Asturias, no.

-¿Por dónde tirar?

-España debería plantearse en pocos años dar pasos hacia la democracia directa, pero con estatutos equiparables, para bien y para mal. Aunque, claro, algunas comunidades tendrían que esforzarse para no depender de la Administración central. No se puede seguir con un sistema bloqueado de tres administraciones paralelas.

-¿Lo bueno de las consultas?

-Lo mejor de la democracia directa es que nadie tendrá que ir a quejarse a la Puerta del Sol, porque así lo habéis querido. Por ejemplo, si la gente vota salir de euro, pues que cada palo aguante su vela. Las comunidades en pie de igualdad podrán también mediante consultas aprobar, bloquear leyes o anular restricciones por decreto. Ahora España está en situación de parálisis y nadie parece interesado en dar pasos, ni el PSOE ni el PP.

-¿Y además de eso?

-Así se haría cómplice al ciudadano de las medidas aprobadas. Lo bueno de este sistema es que el referéndum casi nunca se realiza. En Suiza la amenaza de que otros partidos lo usen frente a una iniciativa política considerada excesiva tiene efecto disuasorio sobre el poder y propicia el consenso. Con la democracia directa no vale la chulería de la mayoría absoluta. Se evita la prepotencia del líder y se consigue una política más inmediata y templada.

-Aquí consenso suena a milagro.

-El referéndum y las consultas hacen posible una adaptación del Estado poco a poco y mediante reformas continuas. Pero en España, el consenso es sencillamente imposible. Con los problemas que hay, el PSOE y el PP sólo se pusieron de acuerdo para quitar el voto a los emigrantes españoles. (Este hecho motivó este año un correo electrónico de queja y protesta del entrevistado al presidente Zapatero).

-¿Y la reforma electoral que exigen los «indignados»?

-A España le conviene aprobar las listas abiertas y después poner en marcha la democracia directa. El actual sistema sólo sirve para pagar favores. Hoy hay mucha gente que no quiere que siga el PSOE, pero que tampoco lo haga el PP. En una situación así, lo recomendable es que a la hora de votar, por ejemplo, cojas la lista del PSOE y digas: Felipe González me vale y Almunia no, y además pongo en la papeleta a Aznar y a Anguita. Esto es lo razonable y el ciudadano va a estar más a gusto así.

-¿Por qué el español no siente lo público como suyo?

-Hay españoles que te cuentan como una hazaña que están en paro y cobrando por otro lado. Eso se debe a que históricamente era revolucionario cargarse el puente que lleva al pastizal donde están las vacas por ser propiedad del señorito, al igual que el ganado y la finca. Por su sistema de minifundios y sus concejos, como Asturias, los suizos tienen muy claro que deben cuidar el puente, porque lo hicieron entre todos para llevar sus vacas a los prados. En España destrozar una cabina puede hacer que algunos sientan que están rompiendo lo de otros, pero eso es una gilipollez porque la pagas con los impuestos.

-Dicen que los gobiernos se ven atados con la democracia directa.

-En España la gente tiende más a ver los riesgos. Es cierto que las consultas directas tienen un peligro al que hay que poner una barrera para preservar los derechos mínimos internacionalmente reconocidos. En Suiza, los casos más sonados fueron la votación para echar a los inmigrantes con delitos graves y otra contra los minaretes en las mezquitas, con la que, de una cuestión urbanística, se hizo un problema medio racista y antiislámico.

-En Suiza hay muchas votaciones, pero los jóvenes no van tanto a las urnas como sus padres.

-Lo que pasa es que algunas no despiertan interés y el ciudadano opta en estos casos por decir: «Asumo lo que salga y no voto». Una ventaja de la democracia directa es que te permite no acudir a las urnas en las generales porque siempre se puede corregir lo que no guste en las consultas directas.

Un asturiano de Basilea

Daniel Ordás Menéndez es un abogado nacido hace 36 años en una familia de emigrantes asturianos en Suiza. Licenciado en Derecho por la universidad de Basilea es fundador y presidente del bufete Trias AG, así como de la Asociación de Empresarios Autónomos Españoles en el país alpino. Habla alemán, inglés, francés e italiano, además de español. Está casado y tiene tres hijos. Militante del Partido Socialdemócrata, años atrás ocupó cargos tanto en esta formación como en el PSOE. Su padre, Aurelio Ordás, es de Adralés (cuna de serenos de Cangas del Narcea), emigró a Suiza en 1962, donde fue fundador y tres veces presidente del Centro Asturiano en Basilea, a la vez que director de la sede local del PSOE. Trabajó en hostelería, sanidad y los últimos 20 años en Correos. Su madre, Delia Menéndez, procede de Abanceña, en el mismo concejo.