La semana política estuvo protagonizada, entre otras cosas, por el incendio desatado en el ministerio de Interior a raíz de la destitución del coronel Diego Pérez de los Cobos al frente de la comandancia de Madrid. Según el Gobierno, la decisión obedece a una cuestión de falta de "confianza". Según la Benemérita, a un ajuste de cuentas por no haber trasladado a sus superiores políticos un informe en el que se estaba trabajando, por orden de una jueza, para concluir si hubo o no relación entre las manifestaciones del 8-M y la expansión del coronavirus. El caso es que su cese tuvo consecuencias y abrió una crisis con la institución: sangra la herida abierta dentro de la Guardia Civil, 84.000 hombres y mujeres, por lo sucedido. La totalidad de oficiales y guardias consultados rechazan las formas y el fondo de la decisión, comunicada "un domingo, por teléfono móvil" a uno de los que sus compañeros consideran tiene "más prestigio" en el cuerpo. Un "icono" para muchos de ellos.

Un oficial de la Guardia Civil con veinte años de servicio y que ha participado en misiones muy sensibles, resume el malestar y el desconcierto reinante en el cuerpo por una decisión que él considera "política". Algo, que asegura, ya ocurrió con el anterior Ejecutivo del PP, el de Mariano Rajoy, durante la "operación Copérnico" en Cataluña. "Como la mayoría de mis compañeros, estoy cansado y cabreado. Se utiliza a guardias civiles como cabezas de turco. Se nos coloca en actuaciones muy sensibles, que dividen a la sociedad, como el tema de Cataluña y el referéndum del 1 de octubre. Si salen bien, el mérito es del Gobierno; si salen mal, la culpa es de la Guardia Civil, en este caso, del coronel Pérez de los Cobos", argumenta.

Pérez de los Cobos fue el responsable del operativo desplegado ante el intento de referéndum que tuvo lugar en Cataluña en el 2017, antes de ser destinado a la Comandancia de Madrid. Sobre la polémica ofensiva policial desplegada en esa jornada, así como sobre su relación con otros cargos policiales y políticos catalanes, tuvo que responder ya en varios juicios: el del "procés", en el Tribunal Supremo y el todavía no concluido que juzga a Josep Lluis Trapero, exjefe de los Mossos. En este último, De los Cobos fue uno de los principales testigos.

Tiempo atrás, Pérez de los Cobos estuvo destinado en Euskadi y llegó a ser asesor de cinco ministros, incluido el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, con quien colaboró muy activamente en el proceso de final de ETA. Pero ahora está bajo los focos por algo bien distinto: la investigación de las vinculaciones entre el covid-19 y las 130 manifestaciones que se celebraron en Madrid entre el 5 y el 14 de marzo, incluyendo la del 8-M. Todos los guardias civiles consultados, de guardia raso a coronel, defienden la actuación de Pérez de los Cobos en este asunto. Esas pesquisas están dirigidas por la jueza Carmen Rodríguez-Medel, titular del número 51 de Madrid, que ha imputado al delegado del Gobierno, José Manuel Franco.

"La jueza había ordenado a los guardias civiles que no dieran información a nadie. Cuando el coronel De los Cobos recibe el domingo varias llamadas, entre otras de la Directora General (María Gámez, ex subdelegada del Gobierno en Málaga) pidiéndole datos sobre los informes de los guardias civiles, él contesta la verdad, que no los tiene", explica una fuente próxima a Pérez de los Cobos. Esa respuesta desencadena su destitución, según las fuentes consultadas. Una joven guardia civil afirma, resumiendo el sentir en buena parte de la institución, que el coronel "ha cumplido con el artículo primero de la cartilla del guardia civil". "El honor es nuestra principal divisa. El coronel ha actuado con coherencia y honorabilidad", enfatiza.

La mayoría de guardias civiles interrogados no entran a valorar el contenido de los informes elaborados por sus compañeros -que han levantado mucha polémica y que en el Gobierno se creen totalmente inconsistentes-, un capitán y un teniente destinados en Tres Cantos (Madrid). Un oficial veterano admite que "el informe es mejorable, pero eso ya lo decide la jueza, que es la que separa lo que es útil de lo que no para la investigación".

Pérez de los Cobos, que iba a ser ascendido a general el año próximo, no pidió a sus hombres ver ese informe. "La jueza decidirá si hay delito o no, los compañeros solo están cumpliendo las órdenes que les ha dado ella", se indigna un agente destinado en Tres Cantos.

Desde el Ejecutivo, el titular del Interior, Fernando Grande-Marlaska, alegó "pérdida de confianza" para destituir al coronel, algo no creíble para los guardias y oficiales consultados. "La directora general le comunica el cese y lo hace expresamente, por negarse a dar datos de los informes que los guardias civiles habían entregado al juez", explica un oficial, compañero de Pérez de los Cobos. Otro remata: "si todo era para renovar equipos, como ha dicho el ministro, ¿por qué se hace un domingo, dónde está el sustituto de Pérez de los Cobos?". La tormentosa destitución provocó además la renuncia del número 2 de la Guardia Civil, el teniente general Laurentino Ceña, que iba a jubilarse el martes próximo.

Un veterano cargo de la Guardia Civil, con muchas condecoraciones sobre su pecho, añade: "Nuestra gran fortaleza siempre ha sido la independencia del poder, de la política. Nosotros no somos cargos de confianza de un partido político, nosotros somos profesionales, no deben elegirnos para un puesto profesional porque tengan más o menos confianza en nosotros, sino porque seamos buenos profesionales". Este oficial añade que "hace tiempo que habían pedido la cabeza del coronel Pérez de los Cobos. En Cataluña hay gente que está aplaudiendo". Un joven guardia apunta la idea de que el director o directora general de la Guardia Civil "no debería ser un político de partido que no sepa nada de esto, como ha ocurrido desde siempre aquí y en la policía, sino alguien más técnico, más independiente".

Todos subrayan el "desgaste" de imagen y de prestigio para la Guardia Civil que ha generado este episodio. "Servimos a los ciudadanos", subraya un oficial nacido en Galicia, "nos debemos a ellos". Dos palabras salen estos días de tormenta en casi todas las conversaciones y grupos de whatsapp entre guardias civiles: honor y ley. "Los problemas que tuvo el coronel Pérez de los Cobos, en Cataluña y ahora, fueron por cumplir la ley", asegura un oficial que compartió con él misiones delicadas en el País Vasco. Otro se muestra convencido de lo que van a hacer los hombres y mujeres de verde: "Seguir siendo fieles al respeto a la ley, seguir trabajando".

Un agente novato y de calle, 1.500 euros de sueldo, lo ve con cierto fatalismo: "Este es un trabajo que se hace por disciplina, pero también por vocación y por convicción. A los malos no se les coge currando solo de ocho a dos. La disciplina y la vocación seguirán", concluye con la mascarilla de protección en las manos; para la convicción, admite, tuvo días mejores.