Los acusados por los atentados del 17-A optaron por distintas estrategias de defensa, en función de la contundancia de las pruebas existentes en su contra. Mohamed Houli Chemlal, único superviviente de la explosión del chalé de Alcanar, dijo estar "arrepentido" ante el tribunal de la Audiencia Nacional que juzga desde este martes los atropellos de Barcelona y Cambrils de agosto de 2017. En cambio, Driss Oukabir, que alquiló la furgoneta de La Rambla, negó conocer a los miembros de la célula o al imán de Ripoll Abelbaki Es Satti, porque no es religioso, trapicheaba con drogas y le gustaba la fiesta y las "mujeres de compañía".

Houli Chemlal fue el primero en comparecer ante el tribunal, pero de forma se limitó a ratificar las declaraciones que hizo durante la instrucción, y dijo estar "arrepentido". Su defensa es más complicada que la de sus compañeros de banquillo porque él fue el único superviviente de la explosión de Alcanar. Por eso se enfrenta a la petición fiscal más alta: 41 años de cárcel. La fiscal Ana Noé pidió al tribunal que se exhibieran las distintas declaraciones que prestó en instrucción y un vídeo en el que se le ve junto a los miembros de la célula terrorista preparar los explosivos con los que, según explicó después el instructor de los atestados policiales, querían atentar el 20 de agosto contra el Camp Nou. En las imágenes se les ve sonrientes y amenazantes contra los infieles y, en especial, los Mossos d'Esquadra.

A preguntas de su abogada, María Carmen González, Houli Chemlal volvió a ratificar sus declaraciones ante los Mossos y el juez de la Audiencia Fernando Andreu y aseguró que su arrepentimiento es "sincero". El presidente del tribunal, Alfonso Guevara, acabó interrumpiéndola al entender que el acusado había dicho que no declararía y a medida que asentía a las preguntas de la letrada de alguna forma lo hacía.

El siguiente en comparecer fue Driss Oukabir, cuyo hermano Moussa fue abatido en Cambrils. Solo contestó a su abogado, Luis Álvarez Collado, a cuyas preguntas dijo que él "no era una persona ni religiosa ni practicante", cuya "vida era salir de fiesta", tomar "cocaína, hachís.... Ir con chicas de compañía". "Trapichear con drogas para buscarme la vida", añadió.

Oukabir, que se enfrenta a una petición fiscal de 36 años de cárcel, sostuvo que nunca estuvo en Alcanar ni formaba parte de la célula terrorista. Señaló que estaba en Marruecos, por la orden de alejamiento que tenía de su expareja, y que volvió por el juicio por violencia machista pendiente. Explicó que alquiló la furgoneta para su hermano y sus amigos, porque ellos no tenían la edad necesaria para hacerlo, pero ni conoció sus planes ni mucho menos participó en ellos.

El tercer acusado, Said Ben Iazza, al que solo se acusa de colaboración y se enfrenta a una petición fiscal de ocho años de cárcel, dijo que prestó una furgoneta a los terroristas, a los que conocía únicamente como "clientes" de la carnicería de su tío, para transportar productos de limpieza, y que obviamente ninguno le dijo que era para cometer atentados.

"Es un testigo, no un adivino"

Tras ellos llegó el turno de los testigos. El primero en declarar fuer el instructor de los atestados policiales que describió ante el tribunal cómo se produjeron los atentados y cómo, según permitieron descubrir las pesquisas, se formó la célula terrorista por un grupo de amigos de la infancia, por eso mismo, muy cerrado. Detalló cómo Younes Abouyaaqoub decide ir a La Rambla tras la explosión.

"Accede al paseo central y a gran velocidad atropella a los viandantes que encuentra a su paso. Su recorrido es de unos 700 metros, quedando bloqueado por los cuerpos que se amontonan en las ruedas del coche", detalló. En total se producen 14 víctimas mortales de distintas nacionalidades y unos 300 heridos, añade. Hubo otra víctima mortal del atropello que cometieron sus compañeros de célula, cuando trataron de "emularle" en Cambrils, y Younes asesinó a "un muchacho" para llevarse su coche en la zona de la universidad para salir de Barcelona.

El testigo también se refirió a las grabaciones de llamadas de teléfonos que guardaban en sus móviles los terroristas y los viajes que realizaron a París o Bélgica, donde fue Es Satty a buscar trabajo, así como a la quema de sus documentos de identidad, lo que se considera un juramento de lealtad al Daesh. Guevara le recordó que había prevista una pericial sobre ello y le impidió continuar, práctica que se reprodujo cada vez que entendía que se pedía una opinión al inspector de los Mossos.

"Es un testigo, no un adivino", cortó el presidente del tribunal a la acusación que ejerce el Ayuntamiento de Ripoll cuando preguntaba si entre los planes de los terroristas estaban los atropellos. El letrado continuó interrogando al mosso por la furgoneta. El testigo admitió que Younes no pudo alquilarla por no tener la edad suficiente, lo que coincidiría con la explicación del acusado Driss Oukabir.

Sin cuestiones previas y con problemas de sitio

El juicio empezó de forma algo accidentada, al amenazar Álvarez Collado con abandonar la sala de vistas si no se le cambiaba de sitio, al estar sentado detrás de los fiscales y no poder ver sus reacciones.

El presidente del tribunal, Alfonso Guevara, como policía de estrados se lo denegó, al advertirle que las reacciones que tiene que ver son las de los acusados y testigos, no las de los fiscales, aunque habitualmente se sienten enfrente y no detrás. No obstante, acabó ofreciéndole un lugar alternativo, que el letrado acabó aceptando y la vista pudo comenzar, después de que Guevara, que exhibió su particular genio, impidiera a las defensas plantear cuestiones previas al no estar previstas en el sumario ordinario.