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La magia de la Navidad puede con el temporal, el frío y la lluvia. Con el paraguas bien a mano y con las cremalleras de los abrigos abrochadas hasta la barbilla, miles de gijoneses se echaron ayer de nuevo a la calle para descubrir cada rincón iluminado de la ciudad.
Ángel González
La magia de la Navidad puede con el temporal, el frío y la lluvia. Con el paraguas bien a mano y con las cremalleras de los abrigos abrochadas hasta la barbilla, miles de gijoneses se echaron ayer de nuevo a la calle para descubrir cada rincón iluminado de la ciudad.
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