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Marcos León
Ver galería >Un concurrido templo de San Pedro acoge los inicios de la Semana Negra con el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, como pregonero. En su discurso, defendió la religión y criticó el reglamento de laicidad de la ciudad: "El tesoro de la fe no se puede enterrar".
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Un concurrido templo de San Pedro acoge los inicios de la Semana Negra con el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, como pregonero. En su discurso, defendió la religión y criticó el reglamento de laicidad de la ciudad: "El tesoro de la fe no se puede enterrar".
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Un concurrido templo de San Pedro acoge los inicios de la Semana Negra con el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, como pregonero. En su discurso, defendió la religión y criticó el reglamento de laicidad de la ciudad: "El tesoro de la fe no se puede enterrar".
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Un concurrido templo de San Pedro acoge los inicios de la Semana Negra con el abad de Covadonga, Adolfo Mariño, como pregonero. En su discurso, defendió la religión y criticó el reglamento de laicidad de la ciudad: "El tesoro de la fe no se puede enterrar".
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