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ÁNGEL HURTADO DE SARACHO | Pintor, expone en la galería Viki Blanco

"El eje de mi pintura es esa tensión entre figuración y abstracción"

" 'À deux pas de la rue Mathilde' reúne mis cuadros del último año, con dos conceptos: lo analítico y lo anónimo"

Ángel Hurtado de Saracho, con dos de los cuadros que expone en Viki Blanco. MARCOS LEÓN

Cursaba el último curso de la licenciatura en Bellas Artes, en Bilbao, cuando un jurado presidido por Antonio López le seleccionó un cuadro para una importante colección nacional. Desde entonces, el gijonés Ángel Hurtado de Saracho (1973) no ha dejado de crecer como artista. Expone ahora en la sala Viki Blanco-El arte de lo imposible.

-¿Qué es "À deux pas de la rue Mathilde"?

-Esta exposición reúne los cuadros que he pintado a lo largo del último año. Son obras que incorporan dos conceptos: uno analítico, que parte de fotografías que yo voy ampliando para analizar después los colores que veo en ellas, para trasladarlos a la tela; y después hay un desarrollo pictórico de lo anónimo, la representación de personas que se cruzan conmigo y que no conozco de nada. Y también me gustan los lugares anónimos. En todos los cuadros aparece algún lugar, pero no sabemos de qué espacio se trata. Pongo un ejemplo, jamás pintaría la Torre Eiffel en un cuadro sobre París.

-¿Y el título de la muestra?

-Pues es eso, resultado de un juego entre esas dos características: la convivencia de lo analítico y lo anónimo. Ese destino, esa calle, es también desconocida para mí, que ni siquiera he estado allí. Carezco de referencias visuales de ese sitio.

-Elige, curiosamente, un título en francés pese a que la mayoría de los rótulos de los cuadros están en inglés.

-La calle Mathilde está en Francia. Repasé todos los lugares que aparecen en los cuadros y analicé las coordenadas hasta dar con un lugar a medio camino. Los títulos en inglés tienen que ver con los lugares elegidos para esos cuadros, casi todos de Londres y Dublín.

-¿Saracho es un pintor viajero?

-Sí. Con los viajes reseteo la vista. Digamos que nos acostumbramos, en nuestra vida social, a ver siempre lo mismo. Viajar es encontrar otros colores, otra luz.

-Viaja sin perder la perspectiva de que es un pintor?

-Así es. Saco muchas fotos, que son después el material de mis obras.

-Todos los cuadros de la exposición son paisajes urbanos, salvo uno que incorpora la campiña toscana.

-Ese paisaje es fruto de un viaje a Italia en el que teníamos la base de operaciones, digámoslo así, en un pueblito medieval. Por eso ese cuadro está en la exposición. Es cierto que me gusta más pintar la ciudad, a la gente.

-Salvo un cuadro con un primer plano, sus personajes suelen carecer de rasgos reconocibles?

-Me fijo en la gente, como decía, pero es cierto que se incorporan a planos muy generales.

-Recuerdo su anterior exposición, en la que predominaban los colores más vivos. ¿Hay un cambio en su paleta de pintor?

-Creo que sí. Los colores se han ido apagando un poco a partir de un proceso artístico totalmente consciente. He buscado composiciones más íntimas, no tan llamativas, con una tendencia hacia el gris.

-En sus telas conviven figuración y abstracción. ¿Le interesa la tensión entre esos dos lenguajes pictóricos?

-Sí. Intento ir hacia la abstracción, incluso de manera racional, pero mi pintura depende en gran medida del momento. Es cierto, no obstante, que mi pintura tal vez se caracteriza por esa tensión entre figuración y abstracción. Me interesa que el cuadro ofrezca una percepción diferente de lejos y de cerca. Quiero que el espectador vea la pintura, la mancha.

-Creo que en su formación tiene un peso muy importante el dibujo, que sostiene la arquitectura de muchos cuadros y que es como un andamiaje al que no quiere renunciar.

-Es verdad. De hecho, me resulta casi imposible enfrentarme al cuadro hasta que no tengo el dibujo a carboncillo concluido. Si no me gusta, borro y empiezo de nuevo.

-¿Y por qué usa pintura acrílica en vez de óleo?

-Lo descubrí en segundo de carrera, cuando estudiaba Bellas Artes. Uno de los profesores nos invitó a usar el acrílico bajo el pretexto de que permitía un proceso más rápido que el óleo. Y la verdad es que, desde aquel descubrimiento, no he dejado de utilizar la pintura acrílica. Me viene muy bien porque pinto por capas, lo que permite un secado en menor tiempo. No obstante, no descarto en un futuro el uso del óleo, sobre todo para los últimos toques del cuadro, para esas capas finales.

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