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PLÁCIDA NOVOA COOMONTE | PRESIDENTA DE LA ASOCIACIÓN BELENISTA DE GIJÓN

Mujer con muchos misterios

Belenista de corazón, expone durante todo el año, en veinte metros cuadrados, sus cientos de figuras de todo el mundo

Mujer con muchos misterios

"Ni toda la oscuridad del mundo podrá extinguir la luz de una sola vela". Lo dejó escrito San Francisco de Asís, patrón de la Asociación Belenista de Gijón. A buen seguro que lo sabe su presidenta, Plácida Novoa Coomonte (Gijón, 1949), pues en su casa nunca falta ni un misterio ni algo que lo ilumine.

Desde hace años tiene expuesto un belén permanente en su casa. En una habitación amplia se perfila un tablero con una extensión de 20 metros cuadrados. Sobre él, además de montañas, fuego, ríos y agua natural hay varios cientos de figuras que parecen tener vida propia, de día y de noche a la luz de la luna. Piezas únicas venidas desde todos los rincones del mundo, siguiendo la estela fugaz hasta el hogar de Plácida. No hay rastro, anticuario o mercadillo sin visitar. Allí obtienen todas esas piezas que recrean la cotidianeidad de Belén hace más de dos milenios. Su casa de La Pedrera es un auténtico museo. Incluso se puede observar la obra detrás de una cristalera, en una sala contigua, donde se agolpan los misterios, de México, de Argentina, de Brasil? hasta de China. Pero nada comparable con la Virgen María, el niño Jesús y el San José obra de la artista italiana, de fama internacional, Agela Tripi, su joya de la corona.

No obstante, su colección no está completa y al belenismo de Plácida Novoa le falta algo. Las figuras de las que fue haciendo acopio desde niña y que su madre regaló después de contraer matrimonio en 1972 con Manuel Martínez, otro apasionado de esta filiación. Una pérdida irremplazable que hoy día sigue sintiendo, como atestiguan sus allegados conscientes de lo que significa para ella. Desde su más tierna infancia escribía la carta a los Reyes Magos donde, además de algún que otro juguete, era deseo irrenunciable instar a los Sabios a que la agasajasen con una figura.

Para quienes la acompañan en su vida, es mujer de mucho carácter, envidiable empeño y tesón en todo aquello que se propone o le solicitan. Si algo depende de ella ya no hay horarios hasta conseguir la excelencia. Como la vorágine en que se sumerge los días previos a dejar listo el Belén que la asociación expone en el Antiguo Instituto. Un trabajo físico e intelectual que Plácida combina con mucho cariño y pasos hacia adelante. Una ardua tarea que ha ido in crescendo en los últimos años tras otros muchos de actividad y colaboración con la Asociación Belenista.

Asumió la dirección en 2011 tomando el testigo de Raquel García Vázquez. Desde el inicio se marcó como objetivo lograr una sede fija y estable para la asociación y encontró en la alcaldesa Carmen Moriyón una colaboradora necesaria para cumplirlo. El 27 de septiembre de 2013 se inauguró el local social en la calle Desfiladero de los Arrudos, nº 20. En 2008, Plácida colaboró con energía en la elaboración del libro "50 años de Belenismo en Gijón", una obra de 174 páginas, a todo color. Pero su vena literaria ha ido más allá de esta conmemoración y dirige "El Portalín", la revista que editan todos los años los belenistas. Y también batalla por ser nexo de unión con las asociaciones homólogas de toda España, especialmente del norte, ante las que en estas navidades hizo las veces de anfitriona en el encuentro anual.

Pero más allá de lo que sucede en los montes de Judea, Plácida tiene más pasiones. Su familia es otro de los pilares fundamentales. Junto a su marido Manuel alumbró a dos hijos, Hugo, el mayor, y Gala. También son abuelos de tres nietos, Olay, Teresa y el pequeño Camilo al que todos llaman Milo. Para ellos también hay belén aunque no responda a los cánones más tradicionales. Sus abuelos les prestan unas figuras de barro, les dejan una tarima y colocan las montañas. El resto depende de la imaginación de los pequeños que conforman una creación sin ton ni son. "Es un disparate pero lo disfrutan", confiesan. Más aún los abuelos.

Le encanta el baile, da clases y cuentan quienes les han visto a ella y a su marido que son puro espectáculo y compenetración. De entre otras pasiones, le hubiera gustado estudiar algo relacionado con el arte o la historia, otra de sus pasiones, pero al final se decantó por el Magisterio que cursó en el colegio Santo Ángel. Una meta que logró a los 18 años y sólo uno más tarde consiguió sacar las oposiciones del cuerpo de maestros. Sus conocimientos adquiridos los puso pronto en práctica en la Escuela Nacional de Roces durante tres años. Pero fue temporal pues, al lograr la plaza definitiva su destino era San Antolín de Ibias lo que motivó su renuncia. Fue entonces cuando volvió a opositar, esta vez a la Administración del Estado lo que permitió su ingreso en la Biblioteca Pública Jovellanos en la que pasó veintiocho años. Después, los últimos ocho años antes de prejubilarse los pasó en el Instituto de Montevil para ya, dedicarse al belenismo a plena capacidad.

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