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Una casona indiana con solera en Granda

Cumple cien años el palacete de García Sol, escenario de visitas del Príncipe de Asturias y de fiestas de la alta sociedad gijonesa en los años veinte, hospital durante la Guerra Civil y ahora centro de formación cristiana

El Príncipe de Asturias, con José Antonio García Sol y su esposa y un militar de su séquito, en "Solavieya". REPRODUCCIÓN DE "SOLAVIEYA, BIOGRAFÍA DE UN SUEÑO"

Alfonso de Borbón y Battenberg, hijo mayor de Alfonso XIII, visitó la parroquia gijonesa de Granda en los veranos de 1924 y 1925. Su anfitrión fue un hijo de emigrantes gijoneses a Cuba, José Antonio García Sol, quien ordenó derribar una casa que su padre había hecho y estaba sin estrenar, para construir sobre el mismo terreno otra residencia que dejara huella histórica. Lo consiguió: no sólo por las visitas de personalidades de relumbrón a Gijón, sino también por su transformación posterior en espacio para actividades de formación cristiana.

Pablo Álvarez, periodista de LA NUEVA ESPAÑA, ha recuperado en un libro la historia del palacio de García Sol, hoy Solavieya, gracias al estímulo de la asociación de vecinos de Granda a un proyecto editorial que ve la luz de la mano de Clarín Publicaciones. "El libro partió del interés de la gente de Granda por conocer en mayor detalle la historia de este edificio", detalla Álvarez. Su publicación ha coincidido con el centenario de la construcción del palacete, levantado entre 1916 y 1918.

En Solavieya se celebraron suntuosos banquetes, durante la Guerra Civil sirvió como hospital y en 1965 fue adquirido por un grupo de gijoneses, liderado por Luis Adaro Ruiz-Falcó, para convertirlo en casa de convivencias de formación cristiana. "La historia no la escriben los objetos, sino los sujetos", cuenta Pablo Álvarez. Y eso es lo que narra "Solavieya, biografía de un sueño". Lo que unos llaman palacio, otros posesión, otros mansión, otros quinta y otros simplemente chalé de García Sol es ahora un espacio de "terapia personal" para aparcar por un tiempo el estrés y los afanes de corto alcance.

Los primeros en disfrutar de aquello fueron los más íntimos de García Sol. Ser el primer presidente del Club de Regatas le granjeó un selecto círculo de amistades. Y en su ánimo de propagar la afición a la navegación de recreo estrechó los contactos con la Casa Real. La mansión de Granda desempeñó un papel protagonista en esa relación. A José Antonio García Sol le gustaba dar fiestas y banquetes, y los momentos estelares tuvieron lugar en 1924 y 1925 con las visitas de Alfonso de Borbón, Príncipe de Asturias. Allí estuvo el joven Borbón durante dos horas de una tarde de 1924 y siete horas de velada de 1925, en un programa que incluyó una velada musical a cargo de la soprano María Barrientos.

La nueva etapa de Solavieya permitió reorientar aquellos inicios de grandes fastos pero sin perder la solemnidad de un inmueble que, casi sin quererlo, ha dejado su impronta en la vida local.

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