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La historia de los siete vecinos de Gijón que detuvieron entre todos a un agresor sexual

Siete vecinos colaboraron en la detención del acusado de abusar sexualmente de una mujer de 62 años hace una semana

La historia de los siete vecinos de Gijón que detuvieron entre todos a un agresor sexual

Un vecino asmático a la carrera buscando su inhalador mientras habla con la Policía, un camarero que abandona su almacén para dar caza a un agresor, una pareja paseando a su bebé que señala a gritos al presunto culpable€ En el barrio de El Llano varios héroes anónimos colaboraron en la detención de un joven de 26 años que abusó sexualmente de una mujer de 62 cuando ésta intentaba acceder a su vivienda el pasado sábado día 30. Después de que el citado camarero diese su versión en este diario, un nuevo testigo ha decidido dar la cara para completar el relato de una persecución en la que, en total, participaron hasta siete vecinos. "Es justo que se sepa porque la reacción de todo el mundo fue un ejemplo a seguir. Tenemos que ayudarnos entre nosotros y esto de los abusos sexuales están a la orden del día", razona.

El camarero ya había explicado que estaba recogiendo su almacén cuando escuchó, muy cerca de donde estaba, los gritos de una mujer, y que cuando se acercó un vecino asomado a la ventana le señaló a un joven que parecía marcharse tranquilo, como disimulando, para indicarle que le siguiese. En cuanto le llamó la atención el ahora acusado echó a correr, y el camarero fue detrás. Los dos se recorrieron alrededor de un kilómetro en una vertiginosa persecución que se culminó con la llegada de varios coches patrulla y la consecuente denuncia.

Pero varios metros mas atrás del camarero, que creía que solo él corría tras el responsable, estaba Fermín. Él acababa de doblar la esquina de la calle en la que reside la víctima (las ubicaciones concretas del lugar de los hechos y de la persecución se omitirán en estas líneas por expreso deseo de ella) acompañado de su mujer. Venían del supermercado y se dirigían a su casa. "La señora estaba insultando a alguien a gritos, creo que llevaba una bandeja con mazapanes o algo así, y estaban todos por el suelo. En la misma calle, pero al final, vi a dos personas corriendo, que eran el camarero y el chaval del abuso", relata el testigo. Después bajó el vecino que estaba en la ventana con otra mujer que también había escuchado el jaleo. "Decidí correr yo también para llamar a la Policía y mi mujer se quedó con ellos dos para consolar a la señora, que estaba muy nerviosa", completa.

Este es, por tanto, el segundo vecino al que se refería en su informe la Policía Nacional y que el camarero había dado por falso en este periódico. Como estaba siguiendo muy de cerca al agresor, jamás llegó a verle. Pero Fermín iba manteniendo el ritmo y con el teléfono en la oreja, narrando en directo qué calles estaban doblando perseguidor y detenido. A mitad del trayecto, creyó haberse perdido cuando un matrimonio que estaba paseando a su bebé en carricoche le señaló a gritos por dónde tenía que girar. Lo hizo y así se lo dejó saber a los agentes, que ya tenían a varios compañeros muy cerca de su posición. "Y menos mal que estaban cerca, porque soy asmático y cuando quise echar la mano al bolsillo para sacar el Ventolín resulta que no lo llevaba encima", explica. "Tuve que reducir la velocidad y ya después me llamó mi mujer diciendo que me podía dar la vuelta, porque ya lo habían cogido. Cuando llegué otra vez al portal yo estaba algo acalorado, pero se lo conté todo a los agentes, que tomaron mis datos por si me necesitan de testigo", añade.

Mientras tanto, el vecino de la ventana había cogido las llaves del almacén del camarero para ir a cerrarlo, por si le robaban, y la otra vecina y la mujer de Fermín intentaron calmar a la víctima. "Acabaron llevándola a un centro de salud porque la pobre estaba muy nerviosa, como es normal, pero en general todo el mundo que vio lo que pasaba actuó como es debido, por intentó ayudar a su manera. Viendo cómo están las cosas, está bien que todos reaccionemos así", razona Fermín M., que aunque tampoco quiere que se den a conocer su apellido ni su profesión para mantener parte de su anonimato sí añade que, de haber un gran valiente en esta historia, sería el joven camarero. "Nos echamos a correr un poco sin pensar pero después le das una vuelta y te das cuenta que no sabíamos nada de este tío, que podría haberse dado la vuelta y sacado una navaja. Por suerte no pasó nada y todo el mundo echó un cable", sentencia.

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