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Aprendices de médico al ritmo de "La Macarena"

Las clases de Anatomía Aplicada del Mata Jove, con simulaciones de casos reales, combinan música y actividades lúdicas

Por la izquierda, Miguel González, Jorge Ordorica, Borja Reguero y Óscar Fernández realizan una práctica de reanimación cardiovascular con un muñeco. ÁNGEL GONZÁLEZ

La asignatura de Anatomía Aplicada que se cursa en primer curso de Bachillerato puede impartirse de muchas maneras. De forma magistral, con el profesor dando lecciones teóricas, o al ritmo de "La Macarena" para aprender a hacer reanimación cardiopulmonar. La segunda vía es la que eligieron en el IES Mata Jove hace un par de cursos de la mano de la docente Alba Quince, quien sostiene que "hay que innovar porque a los alumnos de hoy en día no se les puede enseñar como antiguamente".

Por eso, en sus clases se hacen simulaciones, se resuelven casos clínicos, se realizan cultivos de forma habitual y "Manolín" es uno más en el aula, aunque sea un muñeco para que los estudiantes aprendan las maniobras básicas de reanimación. Todo surgió tras una estancia en un instituto en Ribadesella. "Allí se trabajaba por proyecto de centro y me di cuenta de que otra forma de hacer las cosas es posible", dice Quince. Así que cuando aterrizó en el Mata Jove con plaza fija, empezó a desarrollar un proyecto gracias al que los alumnos hacen de todo menos aburrirse.

Lo han bautizado como "Matasanos" y los estudiantes reciben una formación "lo más real posible": desde vestirse con ropa de quirófano hasta aprender a hacer suturas o simulares emergencias en mitad del instituto. "Es una asignatura práctica por encima de todo, casi no valoro los exámenes, aunque también los tienen, porque en realidad lo que más cuenta es que aprendan a hacer cosas", apunta, "encantada con el resultado".

Así, el objetivo de partida de la asignatura es el de utilizar la gamificación y las dinámicas de juegos de rol en el aula para fomentar la implicación y la motivación de los estudiantes de la rama de Ciencias de la Salud, utilizando para ello "casos clínicos sacados de Internet, sobre los que los alumnos trabajan en grupos de especialistas". "Es mucho mejor que una clase normal, sólo teoría es muy aburrido", sentencian Irene Monteserín y Llarina Pulgar, enfrascadas en la sutura de una herida con hilo quirúrgico sobre una plancha de gel que "no se deforma y permite afrontar diferentes tipos de heridas". Y que también sirve para aprender a pinchar en venas y arterias sin que le duela al paciente.

Los alumnos no tienen que diagnosticar los casos clínicos que se les presentan sino que deben argumentar causa del problema, las consecuencias o complicaciones y las medidas correctoras que se pueden aplicar, tanto en casos de enfermos ingresados en el hospital como los que se presenten en consultas externas. Y también a los que acudan al servicio de urgencias. Todo ello, para que "la situación sea lo más real posible, que se sientan en el papel y aprendan a tomar decisiones".

Los alumnos participan en diferentes simulaciones. Por ejemplo, el caso hipotético en el que un varón de 55 años acude a la consulta con presión o dolor que le aprieta el pecho cuando realiza cualquier esfuerzo. A veces también se le presenta en los hombros y brazos e incluso en alguna ocasión en la espalda. En principio desaparecía fácilmente descansando un poco pero ha ido haciéndose cada vez más persistente. O el de una supuesta mujer de 60 años que acude a la consulta para revisión rutinaria. A pesar de no tener molestias importantes, explica que últimamente se siente bastante fatigada, tiene más hambre y sed de lo normal y en ocasiones ha notado dolor y entumecimiento en pies y manos.

Ante estos dos casos simulados, los chavales tienen que rellenar un informe casi real, con un análisis de los síntomas y una serie de recomendaciones. Para ello, disponen hasta de un carné de sanitarios y de "firma digital", en un alarde de imaginación y escenificación que ha llevado a Alba Quince a enseñar a los alumnos a hacer pruebas de tiras de orina, diseccionar con gominolas, obtener ADN de células humanas o a tomar la tensión como auténticos profesionales, amén de organizar actividades virtuales tan reales como la puesta en marcha de un congreso en el que "tienen que inventar un medicamento con su composición, su posología y sus aplicaciones. La docente da las clases como a ella le hubiera gustado que fueran "cuando era alumna".

El único límite es el presupuestario. "A veces, tenemos ideas que requieren una ayuda económica, nos presentamos a varias convocatorias pero no siempre se consiguen", lamenta. En todo caso, lo suplen con imaginación e ingenio, con pruebas que, como en la vida misma, van saliendo al hilo del día a día.

Sin ir más lejos, la próxima semana recibirán una llamada de la Unidad Militar de Emergencias (UME) en la que se les advertirá del diagnóstico de diez casos de coronavirus en el centro. Una situación de crisis en toda regla que los alumnos deberán afrontar como si ellos ya fueran los profesionales sanitarios. Que no les tiemble el pulso en el futuro es la clave.

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